“Me duelen todas las articulaciones. Camino con dificultad y padezco insomnio severo. Todo ello es debido a la fibromialgia. Pero, aún así, no puedo faltar a mi puesto de trabajo. Y créame si le digo que se me hace todo cada vez más cuesta arriba”. Así explica Cristina Valera, esta ciudadana residente en Palma, de 40 años de edad, el callejón sin salida al que se ha visto abocada desde que, el 8 de enero de 2021, el servicio de Inspección Médica del IbSalut le comunicó que, a partir de esa fecha, pasaba a situación de alta laboral y que, al mismo tiempo, quedaba automáticamente bloqueada la tramitación de cualquier baja que pretendiera solicitar en el futuro. Eso será así, al menos, hasta que hayan transcurrido dos años desde esa comunicación, es decir, el 8 de enero de 2023.
A pesar de que Cristina interpuso en su momento una reclamación ante el IbSalut para manifestar su disconformidad con esta disposición, desde el departamento de Inspección Médica se le respondió que cualquier petición para revocar el bloqueo debía cursarla por vía judicial.
En cualquier caso, la cadena de acontecimientos siguió su curso. El 30 de septiembre de 2021, Cristina acudió a su médico de cabecera, acuciada por un agravamiento importante de su estado físico: “Me comentó que la baja no me la podía firmar, a causa del bloqueo del IbSalut, y me aconsejó presentar un escrito solicitando que se me concediera. Luego resultó que, en realidad, por motivos que nunca he conseguido aclarar, el IbSalut había acabado autorizando la baja, pese al informe que en su día se emitió desde Inspección Médica. El problema fue que nadie me informó de este cambio en mi estado y, por tanto, continué yendo al trabajo, con unos dolores insoportables”.
UNA BAJA NO COMUNICADA
La gran sorpresa se la llevó Cristina cuando recibió una llamada de la compañía mutua pidiéndole el motivo de su baja: “Lógicamente, les contesté que estaban en un error, que a mí no se me había autorizado ninguna baja, y que, de hecho, se me impedía solicitarla hasta inicios de 2023. En cambio, la mutua me informó de que les constaba que sí estaba de baja. Intrigada, me puse en contacto nuevamente con Inspección Médica, les expliqué el caso, y me citaron con uno de los funcionarios del departamento. Este inspector me confirmó que, en efecto, se me había concedido la baja después de solicitarla al médico de cabecera, pero como obraba en su conocimiento que yo había seguido trabajando, esa baja había quedado anulada y que nuevamente estaba dada de alta”.
Como única opción, el inspector le indicó a Cristina que tenía la posibilidad de recurrir al servicio de Prevención para que, dada la evolución de su patología y las limitaciones de movilidad que esta le generaba, se le pudiera destinar a un puesto de trabajo adaptado a sus potencialidades. No obstante, respecto a la concesión de la baja, el funcionario del IbSalut, como explica Cristina, “fue muy tajante. Me dijo que no me la iba a dar. Y, en efecto, no me la dio. Tuve que continuar trabajando y afrontando como pude los efectos de un proceso de fibromialgia que se iba agudizando a medida que transcurría el tiempo”.
LUMBALGIA, DOLOR, FATIGA E INSOMNIO
Ya en 2022, el 14 de abril concretamente, Cristina Valera acudió de nuevo al médico de cabecera. Era la tercera vez consecutiva que se personaba en la consulta de este facultativo a causa de sus crecientes problemas de lumbalgia: “Es uno de los efectos adversos más invalidantes cuando se sufre fibromialgia. No es el único, claro. Te duelen las manos, los brazos, y casi todo el cuerpo. La sensación de fatiga es crónica. Cada paso que das te cuesta horrores. Y luego está el insomnio. Me supone un gran esfuerzo conciliar el sueño pero, aun así, he de levantarme al día siguiente, a primera hora, para acudir a mi puesto de trabajo y cumplir con un horario que me deja absolutamente exhausta”.
Durante su entrevista con el médico de Atención Primaria a causa de la lumbalgia, el profesional sanitario indicó a Cristina que la única opción que tenía en su mano era cumplimentar un informe para que, al menos, se diera luz verde a una baja por 72 horas. Cristina declinó el ofrecimiento: “Cualquiera que tenga algún conocimiento sobre las consecuencias de la fibromialgia sabe a ciencia cierta que una inactividad por un periodo de tiempo tan limitado no sirve para nada. Por desgracia, el dolor ligado a esta enfermedad es crónico y no se resuelve nada por estar unos cuantos días de baja”.
DIAGNÓSTICO, TRAS MÁS DE CUATRO AÑOS DE SÍNTOMAS
La historia de Cristina Valero como paciente de fibromialgia ha corrido pareja a numerosas vicisitudes. En mayo de 2021 fue oficialmente diagnosticada de esta enfermedad, pero sus trastornos de salud empezaron cuatro años y medio antes. Ese fue el tiempo que el sistema sanitario necesitó para emitir un diagnóstico efectivo de fibromialgia en el caso de Cristina.
De hecho, como ella misma relata, “desde 2017, he entrado en el quirófano hasta en cinco ocasiones, pero mi cuerpo ha rechazado todas las intervenciones, y también otros tratamientos alternativos, como la rehabilitación y las infiltraciones. Después, surgió la Covid, que paralizó los protocolos asistenciales, y las cosas se pusieron todavía más difíciles”.
Entre las operaciones a las que Cristina ha sido sometida cabe destacar la intervención de túnel carpiano y tenosinovitis de De Quervain, una afección dolorosa que afecta a los tendones de la muñeca del lado del pulgar y que se manifiesta cada vez que quien padece esta enfermedad gira la muñeca, cierra el puño o, simplemente, agarra algún tipo de objeto con la mano.
La pandemia, y la paralización que supuso para la actividad asistencial, no fue el único obstáculo al que tuvo que hacer frente Cristina. Este mismo digital, mallorcadiario.com, se hizo eco, en agosto de 2021, de las dificultades que esta vecina de Palma estaba teniendo que afrontar para recibir tratamiento por la enfermedad que padece, en el Hospital Universitario Son Espases. Según Cristina Valera, la unidad de esta especialidad perteneciente al centro de referencia se negó, inicialmente, a atender su caso por el hecho de que su tarjeta sanitaria corresponde a otro hospital de Palma, concretamente Son Llàtzer, desde donde, a su vez, no era posible facilitarle asistencia al no disponer de un departamento específico para usuarios diagnosticados de fibromialgia.
AFECTACIONES
Actualmente, en función de la documentación que la paciente ha aportado al Servei de Salut, su cuadro de afectaciones engloba los síntomas siguientes: tendinitis en rodillas y codos; fascitis plantal en ambos pies con aparición de espolón calcáneo; sesamoiditis bilateral, patología que cursa con dolor alrededor de dos pequeños huesos (los sesamoideos) situados en el dedo gordo, provocando un intenso malestar en el momento caminar; lumbalgia, y bursitis en el hombro derecho.
Estas y otras disfunciones directamente relacionadas con el proceso fibromiálgico han venido mermando, progresivamente, el bienestar y la calidad de vida de la paciente, y se han visto agravados por la obligación de tener que acudir diariamente a su puesto de trabajo y no disponer de la posibilidad de acogerse a una baja laboral. Y todo ello a pesar de que Cristina ha aportado ante la Administración un informe emitido por el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales donde se certifica que resulta contraproducente, en su caso, la realización de movimientos repetitivos con el brazo derecho, que es, precisamente, una de las prácticas habituales en el ejercicio de su tarea profesional, que lleva a cabo en una gran superficie de Palma.
EN LISTA DE ESPERA
“No contar con una baja está provocando que no pueda proporcionar a mi cuerpo el descanso que precisa, y este inconveniente está redundando en el agravamiento de síntomas como la fatiga y el insomnio, este último diagnosticado oficialmente, además de incrementar la severidad, la intensidad y la recurrencia de los episodios de dolor”.
Actualmente, Cristina Valera se halla en lista de espera, en el Hospital Universitario Son Espases, para iniciar un nuevo tratamiento, después de que la administración de medicamentos no haya surtido el efecto deseado. Su propósito, según cuenta a mallorcadiario.com, es “seguir luchando. Me lo debo a mí misma, y se lo debo también a mi familia. Llevo cinco años batallando contra un muro aparentemente infranqueable llamado Administración, y, gracias a que no me he rendido y a que he seguido contando con el apoyo de mis seres queridos, he logrado pequeñas pero sustanciales mejoras en mi situación. Ahora se trata de continuar por este camino para que algún día el sistema sanitario reconozca mi condición de persona con una grave discapacidad que necesita el reconocimiento de su estado físico para tener la posibilidad de soportar los efectos de esta terrible enfermedad”.
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