Hay políticos nefastos cuya actuación cuando alcanzan el poder arrastra consecuencias perniciosas incluso años después de abandonarlo. Su terrible legado perdura años. Alberto Jarabo es uno de ellos, como lo fueron antes que él Aurora Jhardi o Aligi Molina, dos auténticas calamidades públicas de las que los vecinos de Palma lograron librarse, aunque no todavía de su herencia. Hará falta más tiempo. Si a Jarabo le sumamos otra nulidad política descomunal como la concejala Sonia Vivas, no se puede esperar nada bueno como no sea de casualidad.
Su ineptitud para la cosa pública es manifiesta. Los ciudadanos ya retiraron su apoyo electoral a Podemos para evitar que volviesen a gobernar, pero no fue suficiente y ahí siguen, porque sus escaños en el Ajuntament de Palma siguen siendo necesarios para que el socialista José Hila siga ocupando el sillón de primer edil de la ciudad.
Jarabo y Vivas gobiernan por más que cada día demuestran una incapacidad mayúscula para hacerlo. La mayoría de palmesanos no los querrían ni de presidentes de su comunidad de vecinos y es dudoso que les dejasen ni las llaves de su moto para ir a hacer un recado. Yo, por supuesto, no lo haría ni muerto. Y pese a eso, ahí están, fastidiando a los ciudadanos tanto como pueden, esforzándose en causar cuanto más daño y estorbo, mucho mejor.
La prueba de que son dañinos hasta el extremo, la tienen en que son capaces de negar la evidencia sin perder su sonrisa. Les importa poco defender que la mare de Déu nom Joana. Contra toda lógica, Alberto Jarabo sostiene que la ordenanza de ocupación de la vía pública, deliberadamente elaborada para joder a las terrazas de la ciudad como venganza tras el revolcón sufrido en el referéndum ciudadano que salvó a las terrazas del Passeig des Born, no hará perder clientes a las terrazas y por tanto, los empresarios no perderán dinero ni los camareros sus puestos de trabajo. Ya se ve. Dicen querer las terrazas y prohibir los cerramientos para poder disfrutar más del espacio público. Querrá que vayamos de madrugada para ver lo bonita y expedita que está la plaza Joan Carles I.
Sus decisiones las pagaremos todos porque defienden e imponen un “modelo de ciudad” irreal e irrealizable, solo existente en su imaginación. Estuve hace unos días en París y si Jarabo se da por allí una vuelta, volvería convulsionando y echando espuma por la boca al ver tantas terrazas cerradas y climatizadas, atestadas de gente disfrutando de vivir allí.
Y que nadie espere rectificación alguna, porque ya vimos su capacidad de maniobra en Sant Sebastià, donde ni el pregón fueron capaces de organizar decentemente. No les dejaríamos ni las llaves de la moto y sin embargo, tienen despacho de edil en Cort. Ni de bedeles les querría yo. Demasiado ineptos incluso para eso.