Desde el año 2010, Palma ha experimentado un cambio de modelo turístico que le ha permitido pasar de ser un destino puramente urbano a un destino urbano y, a la vez, vacacional. Esta evolución ha abierto nuevas expectativas para la capital balear en cuanto a la rentabilización de la industria turística. Si bien los meses de verano siguen concentrando las mejores cifras de visitantes, el periodo de la denominada temporada baja (a partir de octubre) conjuga registros de actividad en la ciudad de Palma muy superiores a los que presentan los núcleos de la isla especializados en la oferta de sol y playa.
Según las previsiones de la Asociación Hotelera de Palma (Ashpama) facilitadas a mallorcadiario.com, las previsiones de ocupación en los establecimientos urbanos de la ciudad correspondientes a octubre de 2021 indican que, por primera vez, se igualarán los registros anteriores a la pandemia. Si el rumbo de las reservas no se tuerce, el sector logrará comercializar el 75 por ciento de las plazas en el antepenúltimo mes del año, es decir, el mismo porcentaje que en octubre de 2019.
Muy diferente es la comparativa entre ambos ejercicios (2019 y 2021, dejando al margen, por su nula representatividad, los resultados de 2020) si nos retrotraemos a meses anteriores. Así, en abril del presente año el nivel de ocupación de los hoteles urbanos de Palma alcanzó el 59 por ciento frente al 83 por ciento de dos años antes. En mayo, la proporción fue de 61 y 78 por ciento; en junio, de 58 y 87 por ciento; en junio, de 58 y 87 por ciento; en julio, de 77 y 88 por ciento; en agosto, los datos entre 2021 y 2019 estaban de cada vez más cercanos, con 81 y 89 por ciento; este pasado mes de septiembre, se contabilizaron únicamente cuatro puntos de diferencia: 83 frente a 87 por ciento, y en octubre, como ya se ha indicado, la previsión es que los niveles de ocupación se igualen en el 75 por ciento.
RELATIVO OPTIMISMO
Con vista a los meses siguientes de la temporada baja, las expectativas trazadas por la Asociación Hotelera de Palma invitan a un relativo optimismo. Según el presidente de la entidad, Javier Vich, en declaraciones a mallorcadiario.com, los registros históricos señalan que “si bien noviembre siempre ha sido un mes tradicionalmente flojo para la oferta turística de Palma, diciembre, especialmente en los hoteles situados en el centro histórico, constituye una buena época, ya que tanto en los puentes de los inicios de mes como posteriormente, en Navidad y fin de año, se obtenían porcentajes de afluencia considerables en los ejercicios preCovid”.
Ahora bien, ¿ocurrirá esto mismo en 2021? Javier Vich prefiere optar por la prudencia, ya que, según afirma, “en una situación como la actual, las previsiones siempre son inciertas y, además, el cliente tiende a formalizar las reservas a última hora, al margen de que no se sabe a ciencia cierta si habrán o no nuevas olas de coronavirus y, de ser así, cuál será su magnitud y qué medidas restrictivas obligará a aplicar”.
No obstante, el presidente de Ashpama considera que “hay motivos para albergar esperanzas” de que, al menos en diciembre, se conseguirán buenas cifras de ocupación en los hoteles urbanos de la capital balear, y que esta tendencia, sin dejar de mirar de reojo el panorama incierto introducido por la evolución epidemiológica, se repita a partir de los meses de marzo y abril, es decir, en la antesala de la temporada alta de verano.
EL CENTRO DE PALMA, UN 'OASIS' EN TEMPORADA BAJA
Desde este punto de vista, las estadísticas ponen de manifiesto que Palma, y de manera muy remarcable sus zonas más céntricas, se han convertido en una especie de 'oasis' desde el punto de vista de la ocupación hotelera si se confrontan sus datos de reservas de alojamientos con los que presentan otros destinos turísticos de la isla. Si en estos emplazamientos, las cifras de clientes en el cuatrimestre junio-julio-agosto-septiembre son muy superiores a las del resto del año, en Palma las diferencias son menos apreciables, sin que por ello la capital balear deje de beneficiarse del ‘boom’ de afluencia de turistas en los meses punteros del periodo estival.
Para Javier Vich, durante los últimos 15 años el modelo turístico de Palma “ha evolucionado hasta el punto de que ha dejado de ser un destino específicamente urbano, como ocurría antes, para convertirse en un destino urbano y también vacacional”. ¿Qué significa esto, desde un punto de vista tangible? Pues, simplemente, como apunta Vich, implica que “en periodos precedentes de la evolución del mercado turístico balear, Palma no era un destino en sí mismo, sino, por así decirlo, un complemento de la oferta vacacional que representa Mallorca”. Esta dinámica cambió, según Vich, “a partir de 2010, hace unos 15 años, cuando se acometió una auténtica reconversión de la ciudad, de la mano de la Administración pública y de la inversión privada, de manera que empezó a atraer la celebración de eventos, congresos, cruceros y todo tipo de acontecimientos sociales, culturales y deportivos”.
EL FENÓMENO DE LOS 'HOTELES BOUTIQUE'
En esta evolución han desarrollado un papel preponderante los denominados ‘hoteles boutique’, que han proliferado en Palma durante los últimos años hasta el punto de suponer, en la actualidad, una parte sustancial de los establecimientos que forman parte de Ashpama. Concretamente, de los 70 hoteles que integran la asociación, 33 responden a la tipología del 'hotel boutique' (un 47 por ciento sobre el total). Por plazas, de la oferta de 19.513 camas vinculadas a Ashpama, 1.822 corresponden a este perfil de establecimiento (un 17,3 por ciento, un dato menor que el conjunto de negocios al tratarse, generalmente, de hoteles con dimensiones más reducidas).
Todos estos registros permiten contatar que Palma se ha convertido en una de las ciudades europeas con un mayor número de 'hoteles boutique' en su centro histórico. Según Ashpama, su progresiva implantación ha cambiado la fisonomía urbanística de la capital del archipiélago y ha favorecido claramente la llegada de turistas con un alto valor adquisitivo.
Ahora bien, ¿qué entendemos exactamente por ‘hotel boutique’, también denominado ‘hotel con encanto’ o incluso ‘hotel de casco antiguo’? Fundamentalmente, se trata de una oferta de alojamiento directamente ligada a la la recuperación de edificios históricos de especial interés que sitúan al cliente en el epicentro de una ciudad (en este caso, Palma) capaz de proporcionarles un diversificado abanico de actividades culturales, artísticas, gastronómicas, monumentales y deportivas, por citar únicamente algunos aspectos específicos.
UN 'BOOM' QUE ARRANCA EN 2010
El fenómeno de los ‘hoteles boutique’ en Palma comienzó a coger fuerza en 2010. Sin embargo, este tipo de plazas turísticas ya existía con anterioridad en la ciudad, con ejemplos tan paradigmáticos como el Palau de ca sa Gelsa, el Hotel Tres, el Hotel Santa Clara o el Hotel Convent de la Missió.
Desde entonces, la oferta de este perfil de alojamiento se ha incrementado ostensiblemente de la mano de las inversiones millonarias efectuadas por empresas que han restaurado edificios y elementos patrimoniales de indiscutible valor histórico y artístico, buena parte de ellos catalogados y dotados con componentes originales que han sido preservados tras el proyecto de reforma, con la finalidad de recrear un entorno que ha de responder, necesariamente, a unas características propias e intransferibles.
Así, para ajustarse a las especificiades de los ‘hoteles boutique’, el establecimiento ha de acoger, como ya se ha indicado anteriormente, un número reducido de plazas, con una media no superior a las 20 habitaciones. De hecho, tomando como referencia los datos proporcionados por Ashpama, si se sumaran todas las habitaciones de los ‘hoteles boutique’ abiertos en Palma desde 2010, la cifra total se situaría por debajo de las 650 plazas, es decir, las que se pueden encontrar, generalmente, en un único establecimiento turístico de la isla de tamaño medio.
PERFIL DE ALTO PODER ADQUISITIVO E INTERESADO EN EL PRODUCTO LOCAL
Por otra parte, esta oferta atrae a un perfil concreto de turista. Al margen de su mayor poder adquisitivo, capaz de propiciar un 20 por ciento más de gasto que otros sectores de demanda, un informe de Ashpama contempla que se trata de un cliente que acostumbra a realizar más de tres viajes al año, con estancias más reducidas y no necesariamente en temporada alta.
Este perfil de usuario está interesado en descubrir los encantos propios que caracterizan a la zona que visita, evita la globalización y respeta el entorno local. Sus experiencias predilectas son la enogastronomía, las compras, el arte y la cultura, y manifiesta una predisposición favorable a la sostenibilidad ambiental y al consumo de productos autóctonos.
BENEFICIOS PARA EL COMERCIO Y LA OFERTA COMPLEMENTARIA
Por otro lado, la red de alojamientos urbanos que han proliferado en Palma durante los últimos años no solo ha actuado como acicate de la industria hotelera, sino que ha beneficiado también las expectativas de la denominada oferta complementaria y ha revitalizado la vida ciudadana.
A finales de 2016, el GrupoGes realizó un estudio sobre la percepción manifestada por comerciantes y residentes del centro de Palma a tenor del proceso de eclosión de los ‘hoteles boutique’. Casi el 89 por ciento de propietarios de negocios expresaron su convicción de que estos alojamientos impulsan favorablemente el dinamismo económico y el bienestar de la población. Eso mismo opinó más del 83 por ciento de los ciudadanos.
Otro aspecto destacable es que estos hoteles crean un nivel de ocupación laboral superior a la media del sector, dada su condición de establecimientos que ponen el acento en la calidad del servicio que recibe el cliente.
Los ‘hoteles boutique’ se concentran en el centro histórico de Palma. Sin embargo, de forma paralela, la ciudad cuenta con su propia ‘milla hotelera urbana’ en otras zonas del municipio. Su perfil es diferente, ya que son negocios turísticos que no se ubican, generalmente, en edificios de alto valor patrimonial, pero, aún así, contribuyen a preservar y realzar la configuración del área geográfica en la que se sitúan.
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