Es difícil escribir iniciando la semana, ya que muchos compañeros de este u otro medio se han hecho con el tema, o con los temas sobre los que quería opinar . Algunos se han anticipado de forma magistral iy certera, como hizo ayer en mi compañera Maria Juan, cuyo artículo “La Marcha Atrás” refleja muchas de las cuestiones que padecemos en el momento actual. Lo suscribo totalmente y recomiendo que lo leáis. Así pues, a mí me quedan ya pocas que añadir. También me quedan pocas luces, para alumbrar y despedir a este viejo 2013, al que no quiere nadie, salvo el Gobierno de turno. Un año repleto de sinsabores, de sombras chinescas sin ninguna gracia, pese a que lo apelliden el “Año de la Recuperación”. Pues la verdad, algunos no nos hemos dado cuenta, ya que más que recuperar, hemos perdido gran parte de lo que ganábamos o teníamos ahorrado. Esto sí, con la ayuda de las cajas y bancos de turno, cuyos nombres prefiero no recordar. Porque aquí amigos, ya no se reincorpora nadie, sólo los bancos han levantado el tótem hasta su ombligo, gastándose la energía en darnos por el culo. Lo peor, es que venimos acostumbrándonos al masoquismo ese, a una cuota que seguiremos pagando y que irán corrigiendo y aumentando gracias a nuestros silencio y mansedumbre. Y...llega otra noche. No hay que preocuparse, que habrá uvas para todos. Llega un nuevo año cargado de buenas intenciones. Se acabó la crisis. Será el año de la consolidación económica, de la creación de empleo y del retorno del bienestar de todos los ciudadanos. No lo digo yo, lo dice el peor predictor del tiempo pasado y futuro, el Señor Montorro, quien seguramente antes de pronunciar estas perlas, habrá consultado con las estrellas. Esto se acaba y cae la noche, harta de estar vieja cada día, cada noche. Repleta de luces apagadas y cabalgada por los jinetes del desasosiego. Y, llega la noche, embarazada de falsas promesas, de visionarios, de encantadores de serpientes, de falsos profetas, brujos de burdel y fantasmas de todo tipo y pelaje. Noche de almirantes con un coma etílico, que en la cantina, que cuentan batallitas y que su padre tenía un barco mecachis en la mar. Almirantes de salón, con la flota amarrada vieja y caduca, impedida para la navegación, porque el casco toca fondo, porque lleva un lastre que supera la línea de flotación. Cae la noche vieja y nos pilla casi sin poder encender la luz y con la broma de que nos harán una revisión cada dos meses, nada una miradita, un chequeo cada dos mesecitos para ver como llevamos eso de que nos la enchufen o para comprobar si seguimos vivos, mantenemos el pulso, o hemos dejado correr el gas para dormir mejor. Esto se acaba y no es forma de despedirme de ustedes. Así pues, salud para todos y a mantener la alegría y la ilusión por hacer las cosas mejor. Que no necesitamos ni a éstos, ni a parecidos gestores, para defender la dignidad y encontrar la salida.
