Vuelve la inquisición del laicismo
sábado 28 de febrero de 2015, 17:15h
Habíamos olvidado ya lo que es la falta de libertad y la hipocresía de los que dicen por la boca que la aman pero sus hechos lo desmienten.
Viene esto a posta del último revuelo que ha levantado los currículos de la asignatura de religión de la LOMCE.
Siendo optativa, ahora tampoco les va bien los contenidos que se impartirán, como si ellos llevasen a sus hijos a dicha asignatura.
Aclaremos primero conceptos. La laicidad es el mutuo respeto entre Iglesia y Estado fundamentado en la autonomía de cada parte. Y el laicismo es la hostilidad o indeferencia contra la religión.
La laicidad del Estado se fundamenta en la distinción entre los planos de lo secular y de lo religioso. Entre el Estado y la Iglesia debe existir un mutuo respeto a la autonomía de cada parte.
La laicidad del estado no debe equivaler a hostilidad o indiferencia contra la religión o contra la Iglesia. Más bien dicha laicidad debería ser compatible con la cooperación con todas las confesiones religiosas dentro de los principios de libertad religiosa y neutralidad del Estado.
El laicismo se define como una doctrina que se contrapone a las doctrinas que defienden la influencia de la religión en los individuos, y también a la influencia de la religión en la vida de las sociedades. En cuanto tal debe considerarse una doctrina más, que no es religiosa porque se basa precisamente en la negación a la religión de su posibilidad de influir en la sociedad, pero no hay motivo para considerarla más que eso: una doctrina más, tan respetable como las doctrinas que sí son religiosas, pero no más.
Naturalmente, la independencia del Estado de cualquier influencia religiosa se debe entender en el contexto del derecho a la libertad religiosa. La Declaración de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, en su artículo 2, 1 establece que “toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración sin distinción alguna de (...) religión”. El artículo 18, además, indica que “toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”. El artículo 30, que cierra la Declaración de Derechos Humanos, prohíbe que se interpreten estos derechos en el sentido de que se confiera derecho al Estado para realizar actividades o actos que tiendan a suprimir cualquiera de los derechos proclamados por la misma Declaración.
Ya se ve pues que el Estado debe garantizar, no reprimir ni menos aún obligar a recluir la religión al ámbito de lo privado. Cualquier prohibición -de hecho o de derecho- de las manifestaciones externas de la religión se debe considerar contraria a la letra de la Declaración de los Derechos Humanos. Como se ve, difícilmente se pueden justificar a la luz de la Declaración de los Derechos Humanos una actitud del Estado en que se prohíba el uso de signos distintivos de una religión, como el crucifijo o la asignatura de religión. También se pueden considerar protegidas por el derecho a la libertad religiosa otras manifestaciones, como la difusión de la propia religión ante otras personas, la propaganda siempre que sea respetuosa, o las manifestaciones colectivas como las procesiones, peregrinaciones y similares. El Estado que garantice a sus ciudadanos el ejercicio de la religión en todas sus manifestaciones sigue siendo, por ello, plenamente independiente de la influencia religiosa.
Además hay que recordar que nuestro estado tiene firmado un concordato con la Santa Sede y es la Iglesia quién pone los contenidos. O también hay que aceptar que los que están instalados en el laicismo impongan a los padres que quieren llevar libremente a sus hijos a la asignatura de religión, los contenidos que deben desarrollarse y evaluar. A eso no le llamarían ustedes totalitarismo o imposición de unos sobre otros. De aquellos que aún sin querer que sus hijos vayan a la asignatura de religión imponen sus criterios en nombre de otra “creencia” llamada laicismo a los otros padres que sí quieren. Y esto no les huele a ustedes a Inquisición.
Foro asociado a esta noticia:
Vuelve la inquisición del laicismo
Últimos comentarios de los lectores (2)
31131 | laico - 01/03/2015 @ 12:16:36 (GMT+1)
2. La religión, cualquiera, en sus ámbitos privados ya sean iglesias, mezquitas. En la escuela jamás.
Y el Concordato quedará anulado por la próxima mayoría parlamentaria.
Salud y República
31130 | laico - 01/03/2015 @ 12:14:28 (GMT+1)
Señor Buades, definición de laicismo según DRAE:
laicismo.
(De laico).
1. m. Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa.
¿Dónde está la hostilidad o indiferencia? Debería aprender a escribir utilizando palabras correctas.