No podía ser de otra manera. Tras la debacle electoral ya se han empezado a alzar las primeras voces críticas entre los socialistas de Baleares que consideran incompresible que Francina Armengol sustituya al frente del partido, tal como estaba previsto antes del desastre, al ahora candidato a senador Francesc Antich. Como si aquí no hubiera pasado nada. El exconseller de la ecotasa Celestí Alomar y el exalcalde de Palma Ramón Aguiló han alzado ya la voz para llamar la atención sobre el reparto de cromos entre una cúpula del PSIB que se comporta como ajena a la derrota: Antich y Armengol son lo mismo, solo buscan repartirse el poder. Con su simple mención al candidato socialista que ha conseguido la alcaldía de Vigo, Aguiló ha desmontado la teoría que han intentado propalar los líderes del partido en Baleares: la derrota es culpa de Madrid, de Zapatero y de la crisis. ¿Por qué no le habrá afectado entonces al nuevo alcalde vigués? Porque los errores aquí -mala gestión, listas con imputados, campaña ofensiva...- han sido mayúsculos. Es de esperar que tras Aguiló y Alomar surjan nuevas voces críticas que cuestionen el derecho de Armengol a suceder de una manera tan automática a Antich exigiendo un congreso que acabe con la endogamia del partido. Todo sea que tenga razón Ferrán Gomila cuando escribe que parece que el PSOE tiene un banquillo más pequeño que un equipo de tercera. Armengol encarna el verdadero problema de un PSOE –balear y nacional- sin identidad, con su sorprendente capacidad de decir una cosa en Palma y otra totalmente distinta en Madrid. Sin complejos. Pero el intento de quedar bien en todas partes a costa de fumarse los principios ha hartado aquí como se ha comprobado este 22-M. Cuando un político se un trompazo electoral, más aún si es del tamaño del que han sufrido Antich, Armengol y Calvo lo lógico –además de elegante, saludable, higiénico, responsable, justo…- es dimitir y propiciar la renovación de los líderes del partido. Qué no hubiera dicho cualquiera de ellos en caso de que sus contrarios hubiesen sido castigados con tamaña derrota. Pero no, ninguno de los tres lo ha hecho. Sólo Calvo ha dado el paso –¿o es una huída hacia delante?- de convocar un congreso entre los socialistas de Palma, aunque sea con el espíritu de renovar más las ideas que las personas. El caso es que la alcaldesa en funciones ha logrado escenificar su diferencia de talante. A Calvo le podría valer también la estrategia de Chacón para, igual que la catalana, dar un paso atrás ahora a cambio de resarcirse en el futuro. La actual alcaldesa en funciones podría ser el mirlo blanco tras la previsible –y eso que aun faltan cuatro años- nueva derrota electoral del PSIB si es liderado por Armengol. Aunque no parece que Calvo esté dispuesta a conformarse con esperar viendo el ciento de pájaros volando pudiendo maniobrar para tener el que quiere poseer en su mano. Pero los plazos no son los mismos, A la ministra de Defensa le bastaría con esperar solo un año, no cuatro. El guión es que Rubalcaba se estrelle ante Rajoy y que el mirlo blanco que hoy dirige los tres ejércitos vuele entonces al rescate. De eso se ocuparía su marido, el todopoderoso Miguel Barroso, muñidor de la propaganda zapateril. Aunque está por ver en qué condiciones queda Rubalcaba ya que dependiendo de cuán leve sea su derrota en las generales podría mantenerse al frente de la bandada y retener el control del PSOE. Solo si cae abatido cerniría de nuevo su vuelo –esta vez en barrena- Chacón que, como Calvo, es Zapatero con faldas.
