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Votar (mejor no) a Vox

martes 23 de mayo de 2023, 06:00h

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A mitad de campaña electoral, la inmensa mayoría de las encuestas dibujan un panorama de gran incertidumbre, con escasas excepciones, como la Comunidad de Madrid, donde todas vaticinan una victoria apabullante de Díaz Ayuso a la cabeza del PP y con la única incógnita de si conseguirá la mayoría absoluta o se quedará en el límite de la misma.

Otro dato en el que coinciden los sondeos es en el mantenimiento del voto a Vox, consolidando su presencia en casi todas las instituciones importantes del país, en muchos casos como tercera fuerza política. La aparición y ascenso de la extrema derecha en los últimos años en casi todos los países de Europa es un fenómeno muy preocupante para el que los sociólogos y politólogos exponen diversas causas en las que no voy a entrar, no soy sociólogo ni politólogo, pero sí como ciudadano y demócrata expreso mi desasosiego, mi inquietud, ante el progreso electoral de una ideología intolerante, xenófoba, y antidemocrática, que ha provocado algunas de las mayores catástrofes humanitarias padecidas en el mundo, y lo ha hecho sobre todo en Europa.

Los sociólogos piensan, en general, que muchos, probablemente una mayoría amplia, de los votantes de Vox no profesan la ideología extremista, sino que votan por razones de rabia, cabreo y hastío contra los políticos y partidos mayoritarios y el 'establishment' dominante. Puede que sea así, pero el hecho no deja de ser chocante, puesto que no pueden ignorar, o no deberían, que están votando a una opción cuyo objetivo fundamental es precisamente beneficiar a determinados estratos socioeconómicos, laminar los derechos de la mayoría de la población, y perseguir, maniatar y aniquilar toda forma de disidencia. Es lo que han hecho en el pasado: recuérdese la Alemania nazi, la Italia fascista, o la España franquista, y no hay motivos, ninguno, para pensar que ahora se vayan a comportar de otra forma.

En España, además, el ascenso de Vox tiene el problema añadido de que el PP no está dispuesto, como en otros países de Europa, a establecer el denominado cordón sanitario contra la extrema derecha, que implica que ninguno de los partidos inequívocamente democráticos aceptarán formar coaliciones de gobierno con las formaciones de esa ideología, ni siquiera en forma de soporte parlamentario. Aquí, por desgracia, ya hemos visto que el Partido Popular ha hecho gobiernos con el apoyo externo de Vox e incluso gobiernos de coalición, como en Castilla y León.

En Francia, los partidos de derechas no están dispuestos a hacer coaliciones con el Rassemblement National de Marine Le Pen, al menos por ahora. En Alemania, el Partido Demócrata Cristiano no acepta acuerdos con Alternativa por Alemania. Todos recordamos cómo Angela Merkel obligó a deshacer un pacto de gobierno en un Land, incluso a costa de perder dicho gobierno. No podemos esperar un tal comportamiento ético entre los conservadores españoles. El PP no vacilará en abrazarse a Vox si es necesario para gobernar, al fin y al cabo proceden del mismo origen.

Y si es difícil de entender el voto a Vox en quienes no profesen la ideología de extrema derecha, aun lo es más en el caso de los ciudadanos de Baleares. ¿Cómo se puede votar a un partido que pretende liquidar nuestra identidad? Vox ha dicho por activa y pasiva que aspira a liquidar el estado de las autonomías y volver al sistema centralista, esto es, pretender eliminar la mínima soberanía que nos ha concedido el timorato sistema autonómico actual y que volvamos a depender en todo y por todo de un gobierno central que, ya lo sabemos, solo se preocupará de extraer el máximo posible y retornar el mínimo imprescindible.

Y Vox quiere liquidar nuestra lengua propia y eliminar el derecho consagrado por el estatuto de autonomía a utilizarla a todos los niveles en nuestro territorio. El objetivo indisimulado es la españolización, entendida como castellanización, de todos los pueblos no castellanos del estado español, proceso que lleva en marcha más de tres siglos y que ya ha triunfado en muchas zonas de España.

Vox es un partido ultranacionalista español, cuyo nacionalismo es fundamentalista, agresivo y colonialista, y pretende liquidarnos, no físicamente, aunque vaya usted a saber, 'memento 1936', pero sí como comunidad con personalidad y lengua propias. Conviene meditar al respecto antes de votarlos y conviene que los partidos que dicen ser mallorquinistas y balearistas sopesen las consecuencias de consentir, por acción u omisión, que accedan al gobierno de las islas.

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