El fregadero con una torre de platos, el despertador sonando y nosotros remoloneando y las zapatillas de correr sin estrenar, en el armario. Por mucho que nos lo propongamos, somos así de vagos.

El fregadero con una torre de platos, el despertador sonando y nosotros remoloneando y las zapatillas de correr sin estrenar, en el armario. Por mucho que nos lo propongamos, somos así de vagos.