El 2014 se presenta incierto. Diferentes indicadores apuntan a una relativa salida de la crisis. El hilo de luz de la esperanza parece acercarse. Baleares tiene una ventaja: el sector turístico se mantiene sólido con tendencia a subir. Pero tal ilusionante factor no es una garantía absoluta para una sociedad que ha experimentado un espectacular incremento de población en los últimos tres lustros y ha visto como su segunda locomotora, la construcción, se hundía de manera vertiginosa. Mientras, viene la subida de las tarifas eléctricas y hay que estar muy atentos a Bruselas, que presiona para que España suba el precio de los carburantes. En este último aspecto, cabría pedir al Govern Bauzá la suficiente firmeza para que no se produzca este posible incremento en Baleares, teniendo en cuenta que ya se aplican los cuatro céntimos sanitarios y que el coste de la insularidad hace que en el Archipiélago la gasolina se pague muy cara.
Pero por encima de subidas, crece la sensación de que lo peor de la crisis está quedando atrás para España. La prima de riesgo ya no es la espada de Damocles que amenazaba con una intervención de la economía, hay más confianza en los mercados, la Bolsa cierra el año con la mayor subida desde el 2009. Son indicadores muy importantes. Sin embargo, faltan aún años para poder pensar en el optimismo. La tasa de paro continua siendo insultante, indigna de un país desarrollado. Es imprescindible que los poderes públicos multipliquen sus esfuerzos para crear empleo. En este sentido, amplios segmentos de la población están dando muestras de un gran coraje y capacidad de resistencia en estos tiempos negros en que hay familias enteras en las que ninguno de sus miembros tiene trabajo.
Pese a que ya se ve alguna luz, no hay que olvidar que el cuerpo social sigue debilitado, convaleciente y altamente propenso a recaídas. Nos aguardan aún tiempos muy duros. No obstante, está extendida la sensación de que este 2014 será recordado con mucho más cariño que ejercicios anteriores. Ya es mucho. No hace tanto que los agoreros más pesimistas preveían incluso que el euro estallaría en cien pedazos. No ha sido así. El conjunto de la Unión Europea sigue adelante en su camino hacia la Historia. Y este camino es el mejor para las Baleares.
Con precauciones y con tiento, crece la certeza de que ya es posible soñar otra vez en la prosperidad y en la confianza en esta sociedad.