Vidas cruzadas

Fernando Vázquez ha estado este año en todas las quinielas de los clubs que han prescindido de sus técnicos. Estuvo a un tris de recalar en el Almería, cerca del Real Zaragoza y, finalmente, aterrizó en Palma, cuando en agosto no hubo “feeling” suficiente con Utz Claassen, ni obtuvo la confianza de Miguel Angel Nadal, más inclinado hacia sus amigos más cercanos. Pero el gallego no ha jugado más sus cartas. Los andaluces navegan cinco puntos por debajo y se las verán y desearán para evitar el descenso. En la Romareda le exigían el ascenso y ninguna garantía de continuidad, mientras que aquí atar la permanencia ya se considera un éxito y, conseguido el objetivo con seis refuerzos de cierto nivel, se garantiza una temporada más en Son Moix; la otra cara de la moneda con la que le tocó a Lluis Carreras, enemigo a la vista, dirigir el banquillo bermellón. Al catalán se le exigía entonces el play off como mal menor y se estrelló con todas las de la ley antes de tener que ceder su plaza por imperativo urgente.

El de San Pol de Mar no aprendió nada y tropieza dos veces en la misma piedra. Valiente, sí, no se puede negar; pero también y quizás suicida porque el gallego, en este sentido, ha demostrado más inteligencia o, si se quiere, picaresca. Si fuera cierto que no hay peor cuña que la del mismo palo, los aragoneses lo pasarían mal con Ortuño, despedido para dar cabida a un sobrevalorado Dongou, y Javi Ros, teletransportado a orillas del Ebro pese a contar con la simpatía y admiración de Utz Claassen lo cual, naturalmente, no es ninguna garantía sino todo lo contrario.

El domingo se cruzarán vidas paralelas y objetivos bien distintos. No se admiten apuestas.

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