Germán León

Verdad y pseudo-verdad

Triste despedida en Diario de Ibiza de la políticamente fracasada alcaldesa de Sant Antoni Pepita Gutiérrez. Durante los cuatro años de su periplo consistorial nos ha vendido humo, como se re?eja en el elenco de pseudo-éxitos conseguidos constante su mandato, que amantemente exhibe. Si lograr que los proveedores cobren antes su facturas o solucionar (con cierta tardanza) el problema de Can Coix son sus mayores triunfos, más vale callar, como diría Wittgenstein. Una cosa es aparentemente verdad, Pepita se de?ne como honrada, y en apariencia lo es, a pesar de la imputación por el tema del aparcamiento subterráneo, que no evidencia malignidad sino una negligencia inexcusable.

Pero al político, la honestidad se le ha de presuponer, como el valor al soldado, y no resulta nada meritorio el ser sólo honrado. La valía de un político se mide por su e?cacia, por sus actos concretos, por su sensatez, por elegir los mejores medios, que en ocasiones serán los menos malos, para la realización de los ?nes, a sensu contrario, lo reprochable al político es la torpeza, y en el panorama nacional, autonómico y local hay un número muy extenso de políticos torpones, como Zapatero, Bauzá o Pepita Gutiérrez.

A Gutiérrez se le pueden echar en cara muchas acciones u omisiones, tal vez el acto más criticable desde una perspectiva ética fue el subirse el sueldo nada más tomar posesión de la alcaldía, y hacer lo mismo con sus regidores en un momento de profunda crisis, cuando el líder nacional de su partido demandaba y “exigía” austeridad.

Y así empezó el mandato del laisser faire, laisser passaire, un periodo de gobierno caracterizado por el incumplimiento generalizado de las ordenanzas municipales, ante el plácet del principal órgano municipal, y que se tradujo en tres transgresiones fundamentales:

1. Incumplimiento de horarios en los locales del ocio, a pesar de la ordenanza ideada por Vicente Ribas. Una ley que no se cumple no es ley.

2. Violaciones reiteradas de la normativa sobre ruidos, sin que el ayuntamiento hiciese nada al respecto. Incluso a un establecimiento hostelero célebre por convertir los miércoles estivales la urbe en caldera hirviente de sonidos, se le otorga una licencia por el procedimiento del silencio administrativo positivo, permitiendo el ejercicio por acto presunto de una actividad de muy cuestionable legalidad (por no hablar de ilegalidad mani?esta).

3. Permisividad absoluta en el comportamiento de algunos turistas, con el efecto de convertir el pueblo en un vertedero de residuos humanos

¿Y con este lastre, aún tenía esperanza el PP de seguir gobernando? ¿Y cómo es posible que Gutiérrez no reconozca la ine?cacia de su gestión y siga colocándose medallas de hojalata? Hace unos meses al teniente alcalde Jose Antonio Verdugo, ya se lo auguraba, si una gran parte de los que éramos votantes del PP dejamos de serlo, que no esperaran ganar en casi ninguna población o autonomía, y aún queda el remate de las generales.¿Son tan necios que creen que van a sacar votos de Izquierda Unida o UPD?

Ahora se ha formado un nuevo gobierno local que transmite esperanza en un futuro mucho mejor. Les aguarda dura pelea contra los poderes fácticos, como los contaminadores acústicos. No se pueden volver a repetir historias de vida como la del Coast Line, que ante la pasividad de un ayuntamiento que entonces no lideraba Gutiérrez, tuvo que intervenir la autoridad judicial. Pero los mismos imputados por aquel indignante caso, llevan cinco años utilizando iguales estrategias torticeras en otro local del paseo, sin que Gutiérrez haya adoptado medida alguna a pesar de las reiteradas denuncias vecinales.

Los actos del hombre no son causales, pero sí existen los motivos. ¿A qué fue debida esa inacción de las autoridades locales?, ¿hay un motivo de a?liación política o ?nanciación al partido que ha estado en el poder?, ¿o se debe a otros azares? Las acciones humanas tienen su origen en el libre albedrío, y si los que delinquen contra al medio ambiente y la salud persisten impunemente es porque la autoridad encargada de reprimir la conducta antijurídica es tolerante y permisiva, y lo es “porque quiere”, y si lo quiere es por la concurrencia de algún “motivo”.

A lo mejor es que además de torpes no eran tan honrados, y el “efecto de verdad” es como lo llamaría Foucault una pseudo-verdad. Les espera una severa travesía por el desierto de la oposición, con todo merecimiento.

Germán León, notario.

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