Todos los indicios apuntan a que se acercan unas Navidades algo más optimistas y con un mayor nivel de consumo que el negrísimo 2012. Se palpa en el ambiente. Los comerciantes aguardan la llegada de los días de las compras masivas con mucha más esperanza que el año pasado.
Diferentes factores confluyen en este ambiente de tímida pero evidente recuperación. Por un lado los funcionarios cobrarán este año su paga extraordinaria. A parte de la alegría que esta medida comporta, supone la presencia de mucho dinero en la calle destinado al consumo. También el empleo se recupera, muy tímidamente, pero ya en un ambiente de mejora. Y es precisamente esta sensación la que animará a la gente a gastar más que en las fiestas del oscuro y triste año pasado. Será un auténtico balón de oxígeno para los comerciantes, para los que han resistido la dureza de los últimos años. Por desgracia, muchos se han quedado por el camino. Pero un mejor clima reabre ilusiones y ofrece nuevas oportunidades para todos.
Ahora que se acercan unas fiestas más halagüeñas que las pasadas también es un buen momento para reflexionar sobre los errores cometidos. Se ha acabado la época del pelotazo y de la economía especulativa. Los nuevos tiempos pasan por el trabajo duro e incansable, por poner todo el ingenio posible para mantener a flote los negocios. A eso lo saben muy bien los comerciantes, que no pueden desaprovechar la oportunidad de la relativa recuperación actual.
También vamos hacia un consumo más racional, menos ciego e irreflexivo, más serio. Las ofertas deben ceñirse en paralelo a esta nueva dinámica social. Los años locos del dinero a expuertas tardarán mucho en volver. Mientras, lo importante es disfrutar de estas Navidades del 2013, en que una sociedad que estuvo a punto del trauma colectivo vuelve a sacar la cabeza y a mirar la vida con esperanza.