Si podemos confiar en ganarle bien a un colista inadaptado e inexperto, estamos arreglados. La exigencia viaja necesariamente junto a la euforia desatada y una cosa es rebajarla y la otra sembrar inquietud por la visita de un rival bisoño, que presenta unos números espantosos en su clasificación y, por si no bastara, se desplaza plagado de bajas importantes, sobre todo la de su joven guardameta Remiro. No, añadiremos que habría que golearle, si, pero la victoria del Mallorca ante el Athletic B es una obligación.
La convocatoria de Fernando Vázquez es sumamente aclaratoria. El de Castrofeito ya se ha asentado, le ha costado poco y muestra una visión panorámica que debería sonrojar al intocable Nadal y a quienes le usan como parapeto social. Y no es que de los quince jugadores fichados en verano bajo su tutela no se acuerde nadie ni hayan servido para nada, sino que paso a paso se ven relegados, sino fielmente retratados. Incluso uno de los recién llegados, Colunga, se ha quedado fuera de la lista. ¡Qué decir de Coro, pieza decorativa para una delantera inexistente, o de Campabadal, recomendación expresa del Chapi Ferrer claramente superado por un defensa de la casa: Company. Y ya, por rematar, Fofo y Javi Ros, del mercado 2014 y Moutinho, 2015, con destino Villadiego. Si no es una nueva demostración del ridículo precedente, que venga dios y lo vea.
Si retomamos el hilo de la jornada, esta vez se vestirán todos los que están. Desde Timon hasta Roige. No caben excusas y el 7 de febrero no es aún la fecha idónea para poner los piés en el suelo. Que sí, que ya llegará. O no. Seguro.
