Una gestión que Mallorca no se merece
lunes 12 de agosto de 2013, 14:33h
La gestión del Consell de Mallorca está resultando poco menos que catastrófica. María Salom, presidenta de la institución insular, parece haberse propuesto pasar a la historia de Mallorca como el caballo de Atila y que tras su travesía por el Consell no vuelva a crecer ni una brizna de hierba. En honor a la verdad hay que reconocer que nunca ocultó sus intenciones y que desde el primer día dejó claro que el Consell, en su opinión, estaba sobredimensionado. Se refería a que lo mejor sería hacerlo desaparecer.
La colección de despropósitos supera cualquier pronóstico y ya no cabe hablar de la herencia recibida, sino de cierta incompetencia. Si la importación de residuos del extranjero para su incineración en Son Reus fue un proyecto discutible, más por la forma que por el fondo, ahora nos encontramos con las sentencias judiciales que obligan al Consell a readmitir o indemnizar a diez trabajadores, entre ellos a cinco ‘Ministrils’, que el Consell pretende recurrir ante el TSJIB para que sus caprichosas decisiones aún cuesten más caras a los ciudadanos de esta isla.
Lo mismo podríamos decir de la “subsanación de errores” del Pla Territorial Mallorca concerniente a la construcción del Hotel de Son Durí en Sa Ràpita (Campos), o con la cuestionable decisión de desistir de reclamar la responsabilidad civil correspondiente a los bancos que financiaron a Sacresa para que comprase el solar de Can Domenge. O con el conflicto permanente con los Bombers del Consell, privados incluso de un jefe que merezca tal nombre y que conozca el terreno que pisa. Y qué decir de la Orquestra Simfònica, de cuyo patronato el Consell forma parte aunque no lo parezca. O con la calamitosa gestión cultural, cuyo buque insignia, el Teatre Principal, padece un desgobierno culposo que se pretende camuflar con denuncias sobre el proyecto de reforma ejecutado entre 2005 y 2007, cuando el PP tenía la mayoría en el Pleno del Consell.
Es muy posible que Salom piense que su supervivencia política pasa por la nulidad y la torpeza de la oposición y que los ciudadanos se decantarán en las próximas elecciones por el mal menor, lo cual le garantiza volver a ganar. Así, el consuelo de Salom pasa por la incomparecencia del PSIB y la radical dejación de sus responsabilidades y la demagogia de la coalición econacionalista Més, que tan pronto vota por anular el contrato de concesión del tratamiento de residuos de construcción y demolición a MAC Insular y remitirlo a la Fiscalía, como les da por calificarlo de “ocurrencia” y criticar al PP por ello, una auténtica paranoia política que perturba a la ciudadanía y desconcierta a los votantes.
Salom no puede exhibir, hasta ahora, ningún logro por pequeño que sea. Si su trabajo y el de sus consellers estuviera encaminado a que los mallorquines experimentaran alguna mejora en sus vidas, los resultados serían otros. Sin embargo, está decidida a combatir su negligente gestión con informes sobre los anteriores gestores y anteriores contratos, redactados conforme directrices políticas torcidas y alejadas de la realidad, como acaba de confirmar el Consell Consultiu sobre la pretendida rescisión unilateral del contrato de MAC Insular. Ello supone un ejercicio censurable de gestión mirando al pasado, que a nada conduce porque nada puede ocultar. Es imposible dimisular tanta dejadez. Salom parece decidida a que sean los jueces los que gobiernen y presidan el Consell y olvida que fua a ella a la que votaron y que fue para algo.