La alerta sanitaria ante la crisis del coronavirus ha trastocado como poco el viaje de novios de una pareja de mallorquines que soñaban con recorrer Marruecos. Al final, el viaje se ha convertido en una verdadera aventura no planeada y llena de sorpresas
Dani y Clara (nombre ficticio el de ella) se las veían muy felices cuando en compañía de unos familiares y amigos, ocho en total, deciden realizar su viaje de novios viajando a Marruecos. Todo estaba calculado al milímetro: saldrían de Palma del día 7 de marzo y regresarían a Mallorca el día 27 de este mes. La alerta sanitaria por el coronavirus envía a la basura todo el programa.
Dani, ahora ya en Palma, más relajado, explica como se torció todo por el coronavirus: "Cuando llevábamos una semana en Marruecos, en medio del desierto, nos enteramos de lo que estaba pasando en España y decidimos volver una semana antes".
Aquí empiezan los problemas: "Estábamos en medio del desierto marroquí y mientras nos íbamos acercando a la frontera, algunas personas nos insultaban llamándonos "coronas" (por coronavirus) y "ébolas".
Primer sorpresa: Dani, su novia embarazada y el resto de compañeros de viaje se encuentran la frontera marroquí cerrada por lo que si desean viajar a España deben hacerlo por Ceuta, así que a correr: "De puro milagro pudimos coger el barco hacia Algeciras".
Ya en España y como el viaje estaba programado había que cumplimentar unos trámites obligatorios: "Al llegar a Algeciras, nos trasladamos a Sevilla ya que mis suegros habían alquilado una autocaravana en esta ciudad y había que devolverla. Nuestra idea era salir de Sevilla, coger el barco en Denia y desde allí viajar hasta Mallorca. El problema es que los barcos estaban cancelados en Denia por lo que desde Sevilla nos desplazamos hasta Valencia en furgoneta para coger un ferry", señala Dani. Más kilómetros.
La aventura no acaba en Valencia, muy al contrario. En Valencia, constatan que los controles para viajar son muy estrictos y las órdenes y contraórdenes van surgiendo cada minuto.
David continúa explicando que "recibimos unos SMS de Balearia en el que se nos comunica que el barco sale a las dos de la tarde (del jueves), pero nuestra sorpresa fue cuando al llegar nos dicen que solo pueden embarcar policías, sanitarios y residentes en las islas, siempre que acrediten el certificado de residente y a ver quien tenía en esos momentos el certificado, casi nadie".
Caos total. Los cerca de 40 pasajeros que tenían que embarcar para Mallorca se enfurecen y tiene que venir la Guardia Civil para apaciguar los ánimos: "Había gente de Mallorca, de Ibiza y de Formentera, cada uno con su propia historia", señala.
Como colofón a esta inesperada aventura, los pasajeros se encuentran con que no hay camarotes y son alojados en butacas "pese a que éramos muy pocos los que viajábamos", recuerda. Su novia, embarazada, no podía estar en una butaca "por lo que gracias a la intervención de la delegación del Gobierno, mi novia pudo descansar en un camarote".
Ahora Dani y Clara descansan en su casa de Palma "aunque esta aventura no la olvidaremos jamás".