Estoy sorprendido. Ustedes verán: ayer se supo que dos policías habían causado la muerte de una mujer ciclista en Llucmajor, resultado de la conducción bajo los efectos del alcohol. Los dos implicados han sido detenidos y ayer pasaron a disposición judicial. A partir de la publicación de las primeras noticias, no sólo en este digital, hubo una especie de marea de peticiones de justicia o, más bien, de venganza contra estos funcionarios que, excepto que haya algo que no desconozco, no dejan de ser dos profesionales a sueldo de la Administración, trabajando en una organización compleja de cuyos actos tampoco son los responsables..
Yo no tengo ninguna relación con policía alguno, por lo que este artículo carece de interés personal directo o
indirecto. Pero he de decir que, de la misma manera en que no hay derecho a que estas dos personas reciban un trato especial, tampoco hay derecho a que tengan que ser tratados peor que si fueran arquitectos, médicos o bailarines de cabaret. ¿A qué viene exigirles a ellos más que a los demás? Claro que puede haber entre
ellos quien cometa el abuso de emborracharse y conducir, como cada día se ve entre el resto de la sociedad, sin que nadie se lance al cuello de los afectados.
Da un poco de vértigo ver a la turbamulta arrojarse a criticar desaforadamente a quienes, desde luego, han cometido un delito por el que deben ser detenidos y puestos a disposición judicial, pero no mucho más. Como cualquier otra persona.