O casi, porque cuando uno escucha por ejemplo a Laura Camargo, diputada de Podemos y portavoz en el Parlamento de las Illes Balears, decir que no “queremos más turistas en invierno porque los trabajadores despuès de ochos meses de trabajo están reventados” está formulando una propuesta de una jornada anual nueva, con cuatro meses de vacaciones, que supongo que lo pagaría el Estado en base a subsidios.
A esto yo me sumo y usted y el otro, también siguiendo las declaraciones de más miembros de la formación podemita, para acabar con el cambio climático, dejemos los coches y todos en bicicleta, para acabar con el sistema capitalista, empecemos a nacionalizar la banca, para que todos tengamos una vivienda, requisemos las casas de los que tienen más de una, demos subvenciones a todos los “cineastas” para que hagan sus películas aunque no las vaya a ver nadie y como colofón, que en los puestos de máximo poder y compromiso, lleguen gente sin preparación adecuada ni experiencia, que esto está chupado.
La verdad es que llegados a este punto no se si hablo de Podemos o del Comunismo de Marx, Lenin o quizás lleguemos al de Stalin, pasando como no por el del difunto camarada Castro, o simplemente es un espisodio de los SImpson. Ya decía yo que esto me sonaba, soluciones sencillas y demagógicas a problemas muy reales, que hacen creer a la gente que todo tiene fácil arreglo si les votas.
Uno al principio les ríe las gracias, pero poco más tarde, cuando ve afirmaciones como la que ilustra este artículo, sobre la negativa a que vengan más turistas a una Isla, dónde hoy por hoy es su monocultivo y fuente casi única de riqueza, le entra un pelín de enfado. Pero claro, cuando personas que en su vida profesional hubieran alcanzado metas medianamente importantes, llegan al sillón del poder, sin tener la más remota idea de lo que es vivir sin sueldo público y sin subvención o todavía peor cuando se dán cuenta del chollo que tienen, se pueden volver cuando menos muy irresponsables, porque si aciertan en algo, genial y si lo estropean, el aparato demagógico del partido ya se encargará de echarle las culpas al Estado, a Europa, a Trump, a los anteriores o a la madre de Marco por abandonarle.
Yo quiero un mundo feliz, faltaría más, pero no en base a arruinar a la gente en el camino, sin destruir el país y sobre todo, un Mundo que no sea efimero, que sea real y que nos dure tiempo.