Al pasajero de este megayate fondeado en las costas de Ibiza o bien le gusta mucho el golf, o bien se aburre soberanamente a bordo, con todas las comodidades y lujos que se suponen en su interior.
Solo así se explica la peculiar forma de entretenerse de este señor que se dedica a practicar sus golpes de golf desde la popa del yate, mientras unos tripulantes a bordo de una embarcación semirígida, recogen las pelotas tras cada golpe. Lo nunca visto hasta ahora.