Tras dos jornadas de debate sobre el estado de la comunidad, las sesiones parlamentarias dejan la sensación de que los políticos baleares, especialmente los que gobiernan, se han quitado de encima un trámite engorroso al que están obligados por ley y que no les despertaba especial ilusión. De hecho, la presidenta Armengol optó por avanzar el debate a principios de septiembre a fin de alejarlo lo más posible de las elecciones de mayo, ganar tiempo para la precampaña y asegurarse un margen para que los socios no empiecen a desmarcarse antes de tiempo.
Este miércoles, la estrella de la jornada fue el líder popular, Biel Company, que no sólo abrió la sesión con un discurso de 40 minutos sino que estuvo presente en prácticamente todas las intervenciones posteriores del resto de grupos. Y es que, curiosamente, buena parte del debate se ha centrado, por una parte, en los anuncios de tinte electoral que realizó Armengol en su intervención del martes, pensados para el futuro, y, por otra, en las contínuas referencias al Govern que presidió el PP en la legislatura anterior. Esta ha sido una constante en los portavoces de los grupos que apoyan al gobierno de Armengol y que con tanta mirada al pasado no han dado la impresión de llevar tres años en el poder. Sorprende esta insistencia en la gestión realizada hace cuatro años, cuando el escenario económico era considerablemente distinto al actual, en vez centrar la atención en los problemas que actualmente tienen los ciudadanos de Baleares o hacer balance del mandato que se acerca a su fin.
Company ha aprovechado su intervención para calificar la actual como una "legislatura perdida", a pesar de que el Govern ha dispuesto de los mayores presupuestos públicos jamas conocidos en Baleares. El líder popular ha criticado la falta de gestión y las escasas concreciones de un gobierno "instalado en la filosofía" y demasiado dependiente de los equilibrios internos entre los partidos del Pacte. Company ha sido exhaustivo en su relación de temas: turismo, transportes, medio ambiente, agricultura, educación, sanidad... Pero Armengol ha elegido para sus réplicas un tono nada beligerante ni exaltado que le ha permitido dar un perfil bajo a la confrontación, el mismo perfil que ha marcado todo el debate y que difiere sensiblemente del empleado el año anterior, cuando los nervios le jugaron a la presidenta alguna mala pasada. Esta vez, Armengol recurrió también a recordarle a Company, en cada asunto, lo que había hecho directamente en su etapa de conseller o como integrante del gobierno de Bauzà.
Més y Podem han comparecido como fieles socios del PSIB con algunos mensajes propios para pedir mayor soberanía o en defensa de la oficina anticorrupción. Nada nuevo en unos discursos donde el PP volvió a ser el objeto de sus críticas y donde la labor de gobierno durante estos tres años ha pasado desapercibida. Una circunstancia que puede dar a entender que su hábitat se halla más en la oposición que en el Govern y que desdibuja el sentido de lo que debería ser un debate de política general al final de una legislatura.