Un cuadro misterioso

Cuando yo vivía en la calle Reis Catòlics, un día alguien abandonó junto a los contenedores que había enfrente de casa un cuadro de mediano tamaño en el que aparecía el retrato de una niña pequeña que lloraba, con dos lágrimas que le caían de la mejilla izquierda y una de la mejilla derecha. La niña, de unos tres o cuatro años, miraba directamente a los ojos del retratista, y, por tanto, dirigía también su mirada hacia cualquier posible observador de ese desasosegante y misterioso cuadro.

Aquel día estuve contemplando ese óleo durante varios minutos, como estoy seguro de que le debió de ocurrir también a cualquier otra persona que pasó por ese lugar y vio ese retrato igualmente. Durante el tiempo en que estuve mirando el cuadro —y también a lo largo de aquel día— me estuve preguntando quién debió de ser el pintor que inmortalizó la tristeza de esa niña, tal vez su padre o su madre, o algún otro familiar, o a lo mejor una persona completamente desconocida para ella, aunque luego pensé que ni siquiera podía estar seguro de que ese retrato se hubiera inspirado efectivamente en un modelo real.

Aun así, también sentí curiosidad por saber qué podría haber movido al autor o a la autora de la obra a pintar un cuadro de esas características, porque hasta entonces nunca había visto el retrato de alguien llorando. También me pregunté al mismo tiempo qué debió de ser lo que provocó las lágrimas de la pequeña, que de existir realmente quizás sea ya hoy una mujer adulta, a lo mejor más o menos dichosa y feliz. De ser así, quizás ella no se acuerde ya de ese cuadro o de qué fue lo que lo motivó, aunque tampoco de eso podamos estar seguros.

Para ninguna de todas esas preguntas encontré una respuesta mínimamente satisfactoria, ni siquiera para el hecho de que ese cuadro hubiera sido abandonado junto a un contenedor justo aquella misma mañana, en un domingo soleado de un mes de noviembre. El misterio que escondía ese cuadro y los interrogantes que suscitaba quedaron ya sin respuesta para siempre. Nunca sabremos por qué alguien decidió pintar un día un cuadro de una niña pequeña que lloraba, de una niña triste que todavía hoy, tanto tiempo después, aún llora.

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