Arantxa Tirado afirmó tajante que los inmigrantes tienen tanto derecho a delinquir como cualquiera. Se amplía así de forma inesperada la cartera actual de derechos, y se apuesta por una forma de integración de los inmigrantes un tanto peculiar, pero ella es politóloga así que debe de saber lo que dice. Por su parte Irene Montero insistió en que todos los hombres son violadores en potencia con un argumento aplastante: si las agresiones sexuales son cometidas en su inmensa mayoría por hombres, todos los hombres son agresores en potencia. Olvidó tener en cuenta que los hombres que cometen agresiones sexuales son una ínfima minoría del total, y enseguida surgieron en las redes extensiones del silogismo: todos los musulmanes son yihadistas en potencia, los vascos terroristas en potencia, las mujeres denunciantes en falso en potencia y los catalanes portadores de barretina en potencia.
En todo caso es evidente que el progresismo ya ha conseguido un peligroso desplazamiento desde el derecho penal de acto -se castigan los hechos previamente tipificados como punibles- al derecho penal de autor -la condena atiende a las cualidades del sujeto e incluso a su predisposición subjetiva-. Es obvio también que si se considera admisible juzgar a las personas en función de su sexo –ya existen condenas diferentes- se abrirá la puerta a la discriminación de las personas por su adscripción a los colectivos que el poder decida en cada momento (de momento sólo son los hombres y los castellanoparlantes). Y por último también es evidente que la ministra parece ignorar por completo el significado de «en potencia», pero mientras tanto la aplicación de su ley acaba de aliviar siete años de condena de un violador en acto.
Tal vez por garantizar de manera más eficaz el derecho a delinquir que Aranxa Tirado propone para inmigrantes y aborígenes, los de Granollers organizaron un taller de «técnicas aplicadas de guerrilla urbana». Incluía la construcción de barricadas con contenedores de basura -se ignora si los azules o los amarillos gozan de preferencia táctica o sostenible- y el lanzamiento de cócteles molotov a un muñeco que representaba un policía. A pesar de ello, ante las protestas de los cuerpos de seguridad, los organizadores emitieron una nota diciendo que en ningún momento querían faltar al respeto a nadie. Sencillamente pretendían - guiados por un admirable afán docente- enseñar una «introducción a las principales herramientas técnico-prácticas para una estrategia subversiva». Y para llegar a todas las capas de la población de Granollers, y poder subvertir en los plazos más breves posibles, los lanzamientos se llevaron a cabo en presencia de menores.
Mientras tanto el Gobierno anuncia que va a combatir el odio y los bulos en las redes, así que el pregonero de la fiesta mayor de Vilafranca del Penedés ha optado
por gritar «¡Puta Espanya!» de forma presencial. Y María Jesús Montero se ha apuntado a la necesidad de controlar todos los medios no gubernamentales que se empeñan en desmontar las bonitas fantasmagorías con las que el Gobierno pretende sustituir la realidad. Ha anunciado que uno de sus retos será «darle el criterio a los ciudadanos», es decir, hacerles ingerir la realidad alternativa manufacturada por el PSOE.
En fin, que todo está descontrolado en este inicio de curso escolar y político. Salvo, curiosamente, los dimonis de Santa Margalida, que han tenido que pasar por un control de drogas, los pobres.