Trascendente, pero no trascendental

Hablar de finales a estas alturas de la liga constituye una auténtica aberración, no obstante hay determinados partidos cuyas circunstancias le convierten no en trascendentales, pero si trascendentes. Este es el caso al Gimnastic-Mallorca, al que los locales concurren sin haber ganado aún en once jornadas y los visitantes con la obligación de sembrar alguna ilusión entre sus descontentos seguidores aprovechando la crisis, la necesidad y la ansiedad de su anfitrión.
Ya dijimos que el conjunto de Vicente Moreno acusa la baja de jugadores que fueron básicos en su equipo y otros, que continúan en plantilla, se ven incapaces de trenzar el buen fútbol del que hicieron gala la pasada campaña que les llevó incluso a disputar el play off de ascenso. Además de los huecos reseñados, el golpe anímico de su fracasado asalto al ascenso que acariciaron todavía colea en la mente de algunos de sus profesionales que, entre bajas y ausencias, andan cortos de moral.
Por el contrario, los de Fernando Vázquez tienen poco margen para empeorar, aunque aún pueden hacerlo, y mucho para mejorar, incluido el tiempo que aún les concede el beneficio de la duda. En este caso no existe gran diferencia entre sus mimbres. Francamente, lo mismo da que juegue Santamaría o Cabrero, que salga o no Culio, que se alinee Campabadal o Company. Las gallinas que entran por las que salen. Pero si, regresar de vacío del feudo del farolillo rojo de la clasificación supondría profundizar en la decepción en lugar de salir de ella y generaría unas urgencias que son un virus indeseable a erradicar en una competición tan duradera.
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