Que determinados aparcamientos públicos tengan instalados cajeros automáticos que no aceptan determinados billetes, como los nuevos de 5 y 10 euros (que ya no son tan nuevos porque fueron puestos circulación nada menos que el 23 de septiembre de 2014, hace ya casi medio año) denota un grado de desidia inaceptable. Diera la sensación de que los gestores de estos aparcamientos a menudo pretenden dificultar al máximo que los usuarios puedan pagar al retirar su vehículo, no aceptando tarjetas de crédito en muchos de ellos o limitando el número de cajeros que las admiten como medio de pago, o directamente, como es el caso, poniendo trabas al abono con monedas de curso legal como los billetes más recientes emitidos por el Banco Central Europeo a través de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre – Real Casa de la Moneda.
Se dirá, para aligerar el peso de la desidia de los gestores de estas instalaciones públicas a la hora de modernizar sus medios de pago, que siempre y en todo caso se puede acudir a la ventanilla donde un operario cobrará el importe del aparcamiento. Esta opción, sin embargo, olvida que no es infrecuente tener que desplazarse a distancia considerable dentro del propio garaje para ir a la oficina de control, mientras el tiempo transcurre y la factura sigue subiendo sin que el usuario tenga por qué soportar esta carga, derivada de una deficiente gestión, si no peor. El principio de eficiencia en todo servicio público conlleva prestar el servicio sin causar molestias innecesarias a los usuarios, sin motivo alguno que lo justifique. Es evidente que en casos como el que denuncia mallorcadiario.com este principio no se cumple. Ya es hora de que este asunto se solucione de una vez. En el ámbito privado, la libre competencia haría su trabajo y un aparcamiento que ponga trabas a los usuarios para pagar, pronto se vería vacío de clientes. En el ámbito público los ciudadanos se ven menospreciados por la desidia de unos gestores a quienes los usuarios les importan muy poco.