Personas que entienden de qué va esto de un equipo de fútbol profesional, el manejo de un vestuario y una clasificación crítica, hace semanas que vienen aconsejando que el responsable de la plantilla, es decir el entrenador de turno, tendría que haber apostado por un reducido grupo de futbolistas, en torno a 15 o 16 de los 26 que la componen, para trabajar con ellos y solo con ellos a muerte hasta el final de la competición.
Olaizola hizo oídos sordos a este consejo y Sergi Barjuan mantiene la misma línea de incoherencia y terquedad. Es como si se hubiera establecido un turno de convocatorias de las que una jornada entran unos y salen otros o al revés. De repente han vuelto Juan Domínguez, Oscar Díaz y Ansotegui, que no fueron citados para recibir al Córdoba, mientras algún compañero recientemente titular, Salomao, no sube al avión en el que tampoco viaja Raillo, titular durante todo el curso hasta le llegada del técnico catalán, ni Juan Rodríguez que, aunque no salió ni un minuto, si estuvo en el banquillo. De Saúl, otra metida de gamba del tándem Recio-Molango y Dalmau, nunca más se supo, si bien ya no sorprendería a nadie que figuraran en la lista de la próxima semana con motivo de la visita del Elche a Son Moix.
Como era previsible, el ex entrenador del Recreativo y el Almería conoce tanto el perfil de sus pupilos como Sarver, Kohlberg o Nash. Actúa de oídas y repite lo que le han dicho desde otras instancias, por eso copia a Iván Campo, defensor de la teoría que establece la ausencia de un líder. Y puede que sea verdad, aunque el embajador no hace mucho que afirmó públicamente que para eso había cuatro capitanes.
Rectificar no es de sabios, es de los tontos que lo tienen que hacer al haberse equivocado previamente.
