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Tener Palma sucia sale caro

miércoles 11 de septiembre de 2019, 00:00h

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Emaya tiene que dedicar más de 2,5 millones de euros cada año para recoger todo lo que se arroja fuera de los contenedores, según el reportaje que publicaba este martes mallorcadiario.com. Colchones usados, frigoríficos estropeados, televisores viejos, electrodomésticos de todo tipo, ropa sucia, muebles destartalados o bolsas de basura abiertas se acumulan en no pocos puntos de la capital, a menudo junto a los contenedores de recogida de residuos. La práctica crea focos insalubres y compromete la imagen de Palma, la 19 ciudad más visitada del mundo, según un estudio publicado esta misma semana.

Para actuar frente a esta práctica cada vez más generalizada, Emaya dispone de una patrulla que trabaja con rutas establecidas para complementar el trabajo de los camiones de recogida de basuras y recoger lo que muchos ciudadanos abandonan fuera de los contenedores. Se calcula que esta patrulla retira anualmente -y transporta a las plantas de tratamiento- un millón de residuos desechados.

Que Palma está sucia y que el servicio prestado por Emaya es manifiestamente mejorable en muchos puntos de la ciudad son realidades innegables. Pero las actuaciones incívicas de muchos vecinos a la hora de desprenderse de aquello que desechan también forman parte de un problema que acaba afectando a todos. En la calle acaban muebles y electrodomésticos, pero también todo tipo de desperdicios: chicles, colillas, papeles, envases, latas, botellas, restos de comida... Arrojar basura en plena calle -o depositarla donde no toca- está sancionado en Palma con multas de hasta 750 euros, lo que no parece suficiente para frenar una práctica que cada vez se extiende más.

El Ayuntamiento debe velar por el cumplimiento de la normativa, incrementando sanciones si hace falta; de la misma manera que sería necesario revisar el sistema de recogida de enseres y valorar si es mejor concertar con los vecinos la recogida, como se hacía hace unos años. La administración tiene en su mano mejorar el sistema, pero muchos ciudadanos deben reconsiderar su forma de proceder. Por higiene, por imagen y, sobre todo, por respeto a lo que es de todos y todos debemos cuidar.