Un empate en casa del colista, otra vez sin poder mantener la ventaja inicial, no es para sentirse especialmente orgulloso, pero tampoco se puede negar que el resultado refleja los méritos de cada uno y, en particular, los de Brandon. El de Santany fue una pesadilla para los centrales del Nastic, abrumados por su rapidez y entrega, además de acierto. Suyos fueron el primero y el último de los goles que subieron al marcador, pues el colegiado anuló correctamente dos del anfitrión y uno del visitante, en un choque de trenes, nunca mejor dicho, provocado por la inhibición arbitral en algunas fases del partido, aunque el joven De la Fuente Ramos no tiene la culpa de que los de Vicente Moreno sigan sin conocer la victoria en el presente campeonato.
Poco pudieron hacer ambos porteros en los tres primeros tantos, algo más debió oponer Dimitrievic en el que propició el empate final al conceder un cabezazo a un metro de su línea de meta, la cual no abandonó ni para entorpecer el remate del mallorquín con la testa. Eso fue lo mejor. El farolillo rojo de la clasificación exhibió una muestra del quiero y no puedo, bajo la batuta de un Tejera sin compañía, mientras Fernando Vázquez ya hubiera firmado el empate muchos minutos antes de conquistarlo, ya que la sustitución de Oscar Díaz por Ansotegui con poco menos de media hora por delante encerraba un mensaje defensivo inútil, pues tres minutos después Jean Luc adquiría una preocupante ventaja que por fortuna quedó neutralizada cuando el cronómetro expiraba.
Luis Aragonés afirmaba que un empate no sirve para nada. Era más ambicioso. El entrenador gallego parece más partidario de ir a por las tablas si no puedes ganar. Pero la media inglesa, victoria en casa más empate fuera, es una regla insuficiente cuando una vez más se ha perdido la ocasión de sumar seis puntos consecutivos que, no lo olvidemos, era el objetivo prioritario.
