"Nunca había visto un niño de siete años que se intenta quitar la vida". Pero ha ocurrido. Aquí mismo, en Baleares. Esta es la brutal realidad del suicidio por parte de menores y jóvenes que el psiquiatra y coordinador autonómico de Salud Mental, Oriol Lafau, ha expuesto recientemente.
No en vano, los suicidios siguen siendo la primera causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años. Los expertos explican que en niños pequeños es aún “muy extraño” porque no tienen desarrollado el concepto de muerte pero el problema es que ya lo están empezando a aplicar como respuesta.
De hecho, las islas continúan con un porcentaje de entre el 27 y el 30 por ciento de aumento de tentativa de suicidios infantojuveniles y de un 40 y un 45 en adultos. Cifras escalofriantes ante las que no se puede seguir haciendo como que no pasa o que nada se puede hacer. Su puede y se debe ya que el fin de la pandemia no ha significado la vuelta a la normalidad de la salud mental: todo lo contrario. Lafau admite que la situación actual es "compleja" y, como consecuencia, se está viendo en jóvenes y niños "un sufrimiento que se no debe banalizar".
Por ello, la puesta en marcha de un proyecto de investigación por parte de psicólogos, trabajadores sociales y terapeutas ocupacionales en el Hospital de Inca y el SAMU 061 es una gran noticia que debe ser celebrada y, en la medida de lo posible, replicada en todos los ámbitos posibles.
El objetivo de este proyecto es aplicar las conclusiones en el día a día de la atención a pacientes. No hay tiempo que perder y sí muchos vacíos por llenar.
La salud mental –sobre todo la de los más pequeños- es y debe ser una prioridad de Estado. Porque ante la dolorosa realidad del suicidio no cabe la ocultación ni el silencio. Hay que hablar de ello, visibilizarlo, aflorarlo y actuar.
