Sin orden ni concierto

Me pregunto si realmente los seres racionales somos bipartidistas por convicción o por conveniencia. Los maestros y profesores que trabajan en centros públicos o concertados, ¿acaso no han realizado los mismos estudios para que su vida laboral sea tan diferente?

No sean alarmistas, me estoy refiriendo a la “no” equiparación de interinos con trabajadores de la concertada, a los que se les infravalora como si de una raza inferior se tratara. Supongo que la respuesta es fácil, ya que conseguir esta igualdad no interesa ni a la Conselleria ni al Gobierno porque los concertados son mano de obra más barata.

Permítanme una licencia comparativa para explicarles la única semejanza entre ambos. En una boda, los dos cónyuges consienten apoyarse mutuamente en lo bueno y en lo malo. Tal vez será que al no referirse a un matrimonio y, mucho menos bien avenido, sólo sean capaces de igualar al personal de la concertada con sus compañeros funcionarios, quitándoles también, hace la friolera de cuatro años, la paga extraordinaria de Navidad. Paga, por cierto, que interinos, funcionarios, profesores de religión…de los centros públicos, recuperaron en un 12’5% el pasado mes de junio y que absolutamente ningún trabajador de la concertada ha percibido. Después de reactivar demandas y reclamaciones individuales, ayer la Directora General de Personal Docente comunicó la intención de pagar este mismo porcentaje a la concertada en la nómina del mes próximo. ¿Y los intereses que han obtenido…? El importe de la deuda por esta causa con este sector será del 37’5% si la promesa se cumple.

Las diferencias, sí que son muchas y, a modo de ejemplo nombraré algunas. En los centros públicos, la jornada lectiva es de un máximo de 19 horas semanales frente a los concertados que dedican 24, con un número más elevado de alumnos por clase que defienden con las ratios, aunque en ocasiones lo sobrepasen al distribuirlos según las optativas que cursan; sin contar con las horas de guardia y complementarias en los dos casos. Los docentes que han cumplido 55 años tienen el derecho a reducir una hora cada semana de su jornada, pero esto no ocurre a los trabajadores de la concertada. También, mientras unos vienen cobrando los sexenios; otros, gracias a la lucha de los sindicatos y después de un largo proceso burocrático, por primera vez, pronto podrán disfrutar del primer sexenio reconocido.

Por otra parte, curiosa observación es la de ver como muchos miembros de las instituciones y altos cargos de partidos políticos actuales no practican con el ejemplo. Algunos de ellos han cursado sus estudios en colegios privados concertados y no se arrepienten de ello, aunque no comulgue con su ideología; y otros, a pesar de abogar por una escuela pública, llevan a sus hijos a la concertada. Y ahora pretenden quitar los conciertos al Bachillerato, alegando que no se trata de estudios obligatorios. No hay quién entienda tanta incongruencia en un mundo donde muchos, quizá demasiados, la única herencia que pueden dejar a sus hijos es la educación.

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