La revuelta iniciada en Túnez a mediados de diciembre en varias ciudades del interior en protesta por la corrupción del presidente Ben Ali, que está en el poder desde el golpe de estado de 1987, ya ha llegado a las zonas turísticas del país mediterráneo. Hammammet ya ha registrado los primeros disturbios entre manifestantes y fuerzas del orden, lo que ha provocado que varias personas tuvieran que buscar refugio, después de que en los últimos días el número se hayan contado hasta 66 muertes a causa de la revuelta. Un escenario similar sería difícil de imaginar en Mallorca, pero sí que hay un gran paralelismo en los motivos que han encendido a la población: un desempleo que consideran inaceptable –del 13 por ciento, y del 30 por ciento entre jóvenes-, y el desbocamiento de la corrupción entre los políticos. ¿Un enclave turístico mediterráneo, con un alto grado de corrupción, y un elevado desempleo? La diferencia tranquilizadora para la paz social mallorquina es que los acusados de corrupción no ocupan ahora mismo sillones institucionales. Pero también cabe recordar que hace justo un año, una convocatoria auspiciada por una red social logró reunir a unos pocos miles de personas en el Borne para mostrar su repulsa sobre dos políticos que ahora cuentan un amplio abanico de imputaciones.
