En la sabana africana, se dice que la velocidad de una manada la marcan los últimos ejemplares que suelen ser los más vulnerables para los depredadores, por viejos o por excesivamente jóvenes.
De nada sirve alardear sobre indicadores de recuperación económica en términos de crecimiento del PIB si los datos de pobreza y desigualdad van en aumento. Y sobre todo cuando hablamos de pobreza infantil. Al ser estos los más vulnerables del sistema y al haberse acentuado aún más su situación económica en los últimos años, no podemos sacar pecho diciendo que nuestra economía va bien, por mucho que los indicadores macroeconómicos lo reflejen.
El crecimiento del PIB genera riqueza y trabajo y es un buen dato aunque tiene muchas carencias, denunciadas incluso por Kuznets, su inventor. A pesar de eso, siempre es mejor un buen dato de crecimiento del PIB que un mal dato. El PIB genera producción y por tanto, riqueza y puestos de trabajo. Otra cosa es cóm se distribuya entre la población. Por eso, debe ponerse en contexto con otras variables para conocer la velocidad del grupo.
El PIB per capita es una media simple y, como tal, es injusta por repartir la riqueza de modo igualitario entre todos los habitantes. Un aumento de riqueza concentrada entre los más ricos haría aumentar la media del país y, sin embargo, incrementaría aún más la distancia entre el extremo rico y el pobre.
Esta semana he tenido la oportunidad de visitar Cruz Roja Juventud en Palma donde he podido observar la encomiable labor que realizan los voluntarios que, a la salida del colegio, acogen y dan apoyo formativo a jóvenes y niños en situación muy vulnnerable, en lo que respecta a sus tareas escolares.
El perfil de los niños que reciben el apoyo de los voluntarios no es el que imaginaba. Algunos son de padres inmigrantes pero otros son de padres mallorquines con los que compartimos costumbres, cultura y mismo color de piel.
Según un informe publicado esta semana por Save the Children, la crisis ha empobrecido cinco veces más a los niños pobres que a los ricos. Si injusta es la pobreza, más lo es cuando se ceba con los más pequeños que, a priori, parten con gran desventaja para con sus iguales. Señala este informe que España es el sexto país más desigual de la Unión Europea. La crisis ha agudizado la desigualdad y las políticas redistributivas no han sido tan eficaces como en otros países, como Suecia, que reducen las desigualdades año a año a través de transferencias hacia los más necesitados. Aquí no se reducen con el paso del tiempo. Al contrario, se incrementan.
De 2008 a 2015, la pobreza severa ha aumentado en España hasta llegar al 11,2% de la población casi doblando el porcentaje de la Unión Europea. El dato es más alarmante cuando nos centramos solo en el segmento de los más pequeños: En España, la pobreza severa infantil llega al 16,7% de los niños, mientras que en Europa es del 7,9%.
Una de las principales causas de la pobreza infantil es la falta de trabajo de los progenitores por lo que la creación de empleo debe ser el objetivo principal del actual gobierno. Otro aspecto que ha hecho mella entre los más pobres el encarecimiento de los gastos de la vivienda, tanto en lo concerniente a los alquileres como a los gastos de electricidad, agua o gas. Además, los desahucios afectan más a los hogares con niños a cargo.
En Cruz Roja Juventud hay niños en lista de espera porque hacen falta más voluntarios. Si puede ser jóvenes, porque, como indica su responsable, hablan un lenguaje similar y sirve de ejemplo y motivación para los demás al verse reflejados en ellos. Aunque van tan escasos que cualquier ayuda como voluntario es bienvenida.
Pero no hace falta que la ayuda la aporten personas físicas. También puede provenir de empresas, como Kids&Us Mallorca, que ha puesto a disposición de Cruz Roja Juventud, de manera altruista, su innovadora metodología en la enseñanza del idioma inglés para mejorar las capacidades de los pequeños de cara al curso que viene.
Cualquier persona, física o jurídica, puede ofrecer su ayuda a los más jóvenes. En esta organización o en otras. Toda ayuda suma. Y no me refiero a dar dinero, sino tiempo. Tiempo para transmitir conocimiento a los jóvenes más vulnerables porque, como dijo Nelson Mandela, la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo. Según la UNESCO, está demostrado que las sociedades más formadas tienen sueldos menos dispares entre hombres y mujeres y son más tolerantes.
Pero con estas acciones, los niños no solo reciben formación. Crecidos en ambientes poco favorables y lejos de la vigilancia de sus padres, reclutar por las tardes a los niños en el centro formativo, les aleja de parques o bares en los que perder el tiempo o dedicarlo a acciones menos recomendables. Y, en algunos casos, además de la merienda que cada tarde se les suministra, hay niños que piden otra ración para poder desayunar o comer al día siguiente porque no tienen qué llevarse a la boca o lo que tienen es insuficiente. Ni que decir tiene que reciben esa dosis extra de alimentos.
Los niños de hoy son los adultos de mañana y la formación les debe dotar de mayores posibilidades para poder ganarse la vida y, lo que es más importante, dar más posibilidades a sus hijos de las que ellos están teniendo. Así podrán liberar a su estirpe futura de esa lacra que es la pobreza.
Volviendo a la sabana africana. Si los miembros más débiles de la manada aprenden a correr más deprisa, se lo pondrán más difíciles a los depredadores que les persiguen. Además, cuanto más cohesionado esté el grupo, menos posibilidades encontrarán los cazadores para encontrar la pieza vulnerable y separarla del grupo y, en caso de hacerlo, la manada se puede revelar y plantar cara al enemigo. El ejemplo de los búfalos enfrentándose y ahuyentando a los leones que han alcanzado a las rezagadas crías, ha salvado muchas vidas y les ha dado una oportunidad para hacerse adultos y correr más rápido. Aprendamos de la naturaleza y salvemos a nuestros pequeños entre todos de los peligros. Los niños pobres, ni siquiera han tenido la oportunidad de elegir su camino como la mayoría de nosotros. Una cornada de un búfalo puede partir la espina dorsal a un león. Solo tiene que dejar de correr, darse la vuelta y plantarle cara.