Sabios anónimos

Bilbao ha recibido esta semana a algunos de los científicos e investigadores mundiales más importantes de la actualidad, con motivo de la celebración de los Premios Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA. Desde su creación en 2008, estos premios reconocen e incentivan contribuciones de singular impacto en la ciencia, el arte y las humanidades.

Este año se ha reconocido a 35 líderes mundiales en investigación científica y creación artística, en una edición doble, ya que el año pasado no se celebró por culpa de la pandemia. En sus intervenciones y reflexiones durante la entrega de premiación, todos pusieron de relieve el valor de la ciencia y la cultura para afrontar los grandes desafíos globales a los que se enfrenta la humanidad más allá de la pandemia, como la emergencia medioambiental, la profunda transformación tecnológica y el riesgo de nuevas crisis económicas, porque en menos de un cuarto de siglo ya se han experimentado dos de carácter profundo y alcance mundial.

“Sin la ciencia básica”, recordó uno de las eminencias reconocidas, el estadounidense Kerry A. Emanuel, catedrático del Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias del Instituto de Massachusetts, “habríamos tardado una década, en lugar de un año, en desarrollar las vacunas contra el Covid que han salvado millones de vidas”. El ejemplo ilustra a las claras la importancia que para el progreso de la humanidad tiene el trabajo de estos grandes científicos, investigadores y sabios en sus respectivas materias.

Tal constelación mundial de estrellas del conocimiento debería haber tenido un eco a la altura en los medios de comunicación. Un despliegue como merece el prestigio de los premiados y su labor en favor del progreso de la humanidad. ¿Han visto ustedes algo en la mayoría de los medios de comunicación? ¿Han visto que alguna de las muchas tertulias de ‘resabidos’ que copan la programación televisiva haya dedicado algún minuto a hablar de este acontecimiento y, sobre todo, de los galardonados? Salvo la obligada cobertura en los medios locales y alguna pequeña reseña, nadie se ha hecho eco y, con ello, se ha perdido la ocasión de amplificar los conocimientos, los avances y las reflexiones de estos eruditos.

El momento más crítico de la pandemia rescató eventualmente del ostracismo público a científicos e investigadores. De repente, entraron en nuestras casas y nos familiarizamos con algunos nombres, pero con el paso de los meses y la mejora de la situación, su protagonismo vuelve a ser testimonial. Nada ha cambiado. Enciendan la tele y se encontrarán con los mismos charlatanes de siempre, hablando desde sus púlpitos de poder como sabios de todo y de nada, al mismo tiempo. Tampoco esperen una entrevista en profundidad con alguno de los premiados u otros investigadores. Políticos, personajes variopintos o deportistas tienen prioridad. Así nos va, como país y como sociedad.

Si no, se pasan casi una hora cada día en la televisión pública, entre los diferentes programas informativos, para hablarnos del tiempo que hará al día siguiente, para contarnos si mañana lloverá o hará sol. Propongo que se dedique por lo menos la mitad de ese tiempo a entrevistar a los muchos investigadores, científicos, sabios o eruditos en sus ámbitos de acción e informar de sus proyectos, de sus trabajos actuales. En definitiva, a crear y generar conocimiento en la sociedad. A visibilizar a estos sabios anónimos.

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