El ketchup, dentro de los derivados de tomate, es el producto en el que se encuentran los mayores niveles de concentración de licopeno, muy por encima de otros como el gazpacho o la salsa de tomate, se ha revelado como un importante aliado en la prevención de distintos tipos de cáncer, según se desprende diversos estudios realizados hasta el momento. Con motivo del Día Mundial contra el Cáncer, que se celebra este viernes, un grupo de investigadores del Departamento de Nutrición y Bromatología de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid, dirigidos por la doctora Montaña Cámara Hurtado, ha realizado un compendio de los estudios más relevantes publicados hasta el momento que relacionan el consumo de licopeno, a partir de tomate y derivados, con la prevención de distintos tipos de cáncer. El consumo del tomate, gracias al efecto beneficioso que tiene el licopeno -carotenoide naturalmente presente en los tomates y derivados-, reduce la incidencia de distintos tipos de cánceres, especialmente frente al cáncer de próstata. Más de 28 ensayos clínicos, realizados en los diez últimos años, han encontrado una asociación estadísticamente significativa entre la ingesta de licopeno procedente de tomate fresco y derivados y la prevención de distintos tipos de cáncer debido a la acción antioxidante del mismo y a los distintos tipos de actividad biológica que se sugieren: inhibición de la proliferación celular, efecto anti-carcinogénico y actividad anti-aterogénica al intervenir en la comunicación intercelular (responsable del crecimiento celular) y modular los mecanismos inmunológicos. Precisamente, uno de los estudios más recientes publicados al respecto, ha sido dirigido por la doctora Montaña Cámara Hurtado. Entre las principales conclusiones, se afirma que es en el ketchup (dentro de los derivados de tomate) donde se encuentran los mayores niveles de concentración de licopeno (hasta 25mg/100g), muy por encima de otros como el gazpacho (menos de 5mg/100g), o la salsa de tomate, zumo de tomate, tomate triturado o tomate pelado. El licopeno también está presente en el tomate fresco en cantidades variables en función de la variedad analizada y a su distinto grado de madurez (entre 3 y 43 mg/100 g). Para la producción de 100 gramos de ketchup son necesarios 126 gramos de tomate. Además, diversos estudios científicos avalan el contenido de licopeno de los derivados de tomate por su estabilidad al procesado y su mejor biodisponibilidad, debido a sus características liposolubles. La absorción de licopeno se produce en el intestino tras liberarse de la matriz que lo contiene, algo que se favorece calentando la matriz o disminuyendo el tamaño de partícula, de ahí que los derivados del tomate, al ser productos procesados, favorezcan más su absorción. Las principales áreas corporales de distribución de este principio activo son la glándula adrenal, el hígado, el tejido adiposo, la próstata, riñones y ovarios. El pico máximo de concentración se detecta a las seis horas después de la ingestión teniendo posteriormente un tiempo de vida media de 12 a 20 horas. Siendo su biodisponibilidad mayor en los productos de tomate procesados, que en los frescos. Respecto a las condiciones de uso, una ingesta diaria de 7-10 mg de licopeno se puede considerar como adecuada para ejercer su acción beneficiosa. Estas cantidades se consiguen con una ingesta de una ración de gazpacho ó zumo de tomate de 250 ml (1 vaso), 100g de salsa de tomate ó 3 raciones de 10ml (3 bolsitas) de Ketchup. MÁS DE 28 ENSAYOS CLÍNICOS De hecho, son más de 28 ensayos clínicos los que avalan al licopeno como un aliado contra el cáncer. Entre las conclusiones a las que se ha llegado se encuentra la existencia de una asociación estadísticamente significativa entre la ingesta de licopeno procedente de tomate fresco y derivados y la prevención de distintos tipos de cáncer debido a la acción antioxidante del licopeno, así como que el licopeno contenido en el tomate y sus derivados, tiene acción antioxidante y anticarcenogénica a nivel celular y contribuye de forma definitiva a mejorar la salud debido a la acción sinérgica con otros componentes del alimento, frente a la mera suplementación con licopeno. Igualmente, se ha detectado que el efecto de la ingesta dietética de 50 g de pasta de tomate al día durante 10 semanas en pacientes con hiperplasia benigna de próstata refleja una reducción significativamente la media de los niveles plasmáticos de PSA, probablemente ligado al alto contenido de licopeno en la pasta de tomate. En este sentido, hay más estudios que recogen la existencia de evidencia epidemiológica del consumo de licopeno con una reducción del riesgo de padecer cáncer de próstata.
