Ryanair continúa con su particular “suma y sigue” a riesgo de cansar a sus clientes

La huelga de tripulantes de cabina (TCPs) es, de momento, la última mancha en el expediente de la aerolínea irlandesa de bajo coste Ryanair. Una vez más el resultado se ha traducido en la cancelación de 172 vuelos en Balears y miles de ciudadanos de las Islas obligados a replantear sus vacaciones estivales y sus desplazamientos de trabajo. La compañía dirigida por Michael O'Leary continúa con su particular “suma y sigue” de decisiones polémicas. Es una estrategia comercialmente suicida que conduce al hartazgo de los clientes que cada vez ven menos atractivas las ofertas de vuelos a precio de derribo que acaban, con demasiada frecuencia, saliendo caros.

Ryanair se ha caracterizado por adoptar medidas, cuando menos, empresarial y éticamente cuestionables. Recuerden la medida de cobrar a las familias por sentar juntos a sus miembros en el avión. Además de ir contra toda lógica (¿qué hacemos con los niños?) supone un grave riesgo en caso de evacuación de emergencia de la aeronave. ¿Se imaginan a niños y padres y madres buscándose los unos a los otros en medio de un aterrizaje forzoso? En la web de la compañía se lee que “Ryanair no permite el transporte de menores de 16 años no acompañados. Los niños menores de 16 años deben ir siempre acompañados por un pasajero mayor de 16 años”. Cualquiera que haya trabajado en el sector aéreo sabe que existen protocolos internacionales para el viaje de menores no acompañados que prestan tanto los TCPs como el personal de tierra (handling), y que nunca se había cobrado por dicho servicio. Son sólo dos ejemplos de la larga lista de incongruencias y abusos al consumidor que un vistazo a la página de Ryanair nos deja. Y si necesita información sobre los vuelos cancelados, sepa que dispone de un teléfono de pago 902 de atención al cliente como ya ha denunciado Facua a la justicia.

Por si fuera poco, la huelga de TCPs revela una política laboral que, pudiendo ser legal, deja mucho que desear. Los trabajadores son obligados a cotizar en Irlanda y a cobrar su nómina en entidades bancarias de dicho país. Con todo ello surge la inevitable pregunta de si Ryanair es la aerolínea que queremos y necesitamos. Los ciudadanos de Balears no disponemos de carreteras ni líneas de ferrocarril que nos lleven a Madrid, Barcelona o Sevilla. Dependemos del transporte aéreo. Pero ello no puede ni debe justificar los continuos abusos y errores de Ryanair. El sector aéreo es de vital importancia estratégica para Balears, por la ya argumentada necesidad de transporte de los residentes y como medio para garantizar la llegada de turistas de una forma segura y fiable. No resulta exagerado argumentar que una compañía aérea, por muy privada que sea, presta un servicio público. En la prestación de ese servicio público no pueden permitirse prácticas como las de Ryanair. Que coincidiendo con la huelga oferten 20 millones de billetes baratos como medida publicitaria para lavar su imagen no significa, en absoluto, la mejoría de su servicio. Y tampoco oculta su amenaza de despidos y de la reducción del numero de vuelos en temporada baja.

Entiendan tanto los sindicatos USO y Sitcpla como la dirección de Ryanair que una huelga es un fracaso. Puede servir para desencallar una situación enquistada, pero jamás será un logro ni garantía alguna de futura solución. Los sindicatos chocan con una empresa de talante dictatorial que pretende decirle a los trabajadores cómo deben vivirr y a los clientes cómo deben viajar. Nada de ello parece hacer pensar al Sr. O'Leary que el sector aéreo es uno de los más dinámicos: las compañías se compran y se venden, nacen y mueren en el tiempo que dura un parpadeo.

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