Hace ahora dos años, la Comisión Nacional del Mercado de Valores tuvo que advertirle a Nueva Rumasa, y de paso advertir a los posibles inversores, que no había autorizado la emisión de pagarés dirigida a particulares. Los anuncios de Nueva Rumasa en prensa, radio y televisión han continuado hasta hace unos días, ofreciendo emisiones de pagarés y acciones para captar fondos privados con intereses del 8 por ciento sobre compras mínimas de 50.000 euros. Ahora, empresas importantes del nuevo conglomerado de Ruiz Mateos, entre ellas Clesa, Dhul, Garvey o la hotelera Hotasa, intentan refinanciar sus deudas para evitar el concurso de acreedores. Los bancos empiezan a impacientarse y la Seguridad Social ya no les concede más prórrogas del pago de cotizaciones. Esto parece una repetición de la jugada. Han pasado casi treinta años de la expropiación de Rumasa, Ruiz Mateos ha ido perdiendo pleito tras pleito aunque haya ganado alguno de justiprecio, y el nuevo imperio se desmorona, dejando, eso sí, varios miles de inversores confiados que han pagado unos 150 millones de euros por pagarés o acciones sin garantías. Si hace dos años la publicidad de la emisión era engañosa, es difícil explicar que después del escándalo de Forum Filatélico haya gente que confíe en empresarios como Ruiz Mateos y sucesores para comprar pagarés sin cobertura legal. Debe de ser la avaricia o la confianza ciega en un emprendedor que culpó a la política de sus tejemanejes empresariales y financieros. Entre la quimera y el fraude, el Supermán ha amenazado con pegarse un tiro si no consigue devolver hasta el último céntimo a los inversores, pero con una condición: “Si mi religión me lo permitiera”. No conviene hacer negocios con visionarios.
