Coincidiendo con el final del juico del asesinato de George Floyd, me gustaría compartir con los lectores otro tipo de racismo. Yo lo llamo actos de racismo subconsciente y son aquellos que ni siquiera nos damos cuenta de que estamos cometiendo. Hoy mismo le ha pasado a Anna, una compañera de la universidad. En realidad no se llama así, pero no es lo importante.
Ella estaba más apagada que de costumbre, y nos ha contado el por qué. A ella le encanta el periodismo de opinión, pero ningún medio publica sus artículos.
Anna preguntó las posibles causas a una amiga suya, que es periodista de profesión, y su respuesta fue clara: Con ese nombre y esos apellidos, es muy difícil que te publiquen cualquier cosa. Los padres de Anna son de Europa del Este y, al parecer, todo el esfuerzo realizado para dar a sus hijos un futuro mejor, se ve paralizado por unas letras que los españoles no estamos acostumbrados a leer juntas, por muy buena estudiante que sea Anna.
Con estas palabras no pretendo juzgar a nadie; sólo invitar a la reflexión sobre este problema que no queremos ver.
Concepcion Monge Rojo (Álava)