Quien a hierro mata, a hierro muere

Otra vez sobre la campana, si. Por segunda semana consecutiva el Mallorca igualaba un gol en contra, por mediación del defenestrado Moutinho, en el minuto 89. Pero los milagros, en caso de existir, no se dan con tanta frecuencia y si antes del empate Vinicius perdonaba la sentencia solo ante Cabrero, un cabezazo de Alex González sobre la bocina, dejaba las cosas otra vez en su sitio y a los de Olaizola muy mal parados.

El técnico vasco retocó otra vez la alineación y el dibujo. La mejoría que pregona no debe ser tal cuando cambia semana tras semana, indicativo de que su conformismo se proyecta solo de cara a la galería. Lo peor no es que lo intente, suponemos que como fruto de su propia impotencia, sino que a medio partido tenga que volver sobre sus propios pasos y volver a empezar. Empezó el partido con un 4-4-2, Yuste en el centro del campo junto a Culio, uno destructor y otro conductor, con Salomao, otro repescado, y Lago Jr, en las bandas. Arriba Lekic, inútil y Dalmau, estorbándose uno al otro más que otra cosa.

Con el primer gol del anfitrión empezó a mover piezas y terminó con lo de siempre, el marfileño y Brandon como apuesta ofensiva, con Roigé y el portugués en los laterales. Si hay que cambiar, se cambia; pero cambiar pa “na” es tontería.

Maheta Molango dijo el jueves que el club está instalado en la miseria deportiva. Tiene razón. Si acaso debió añadir que él no la ha redimido, sino aumentado. La de abajo y también la de arriba, pero de eso ya hablaremos mañana.

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