El independentismo radical, político y docente, se confunde. Ambos, se han enfrascado, desde la soberbia, en sembrar la impostura en el sector sanitario. Y vaya si lo han conseguido. Durante unos pocos e interminables meses han desatado todo tipo de hostilidades. El manifiesto e indisimulado acoso sobre la consejería de salud ha sido intolerable. Parapetados en unas exigencias lingüísticas que no se dan en ninguna otra parte, han tensado la cuerda hasta el límite. Hasta el punto de poner en peligro la mayor oferta pública de empleo de la historia. En plena retirada, se han parapetado en la Carrera Profesional y en los traslados.
El compromiso, de todas las comunidades autónomas, de realizar los concursos oposición en las mismas fechas ha estado a punto de saltar por los aires. Los desacuerdos y los desaires de Baleares han hecho contener la respiración a todo el Sistema Nacional de Salud. De hecho, quienes deberían caracterizarse por la ponderación, la proporcionalidad y por sus habilidades en la utilización de recursos y herramientas de motivación, se han pasado a la imposición con armas de guerra y daños colaterales de gran magnitud.
Como en la fábula de Tomás de Iriarte, en el conocido caso de los dos conejos apresados por los perros de caza mientras desperdiciaban el tiempo elucubrando sobre las características identitarias de los canes que les acechaban, han quebrado la iniciativa de la consejería en el momento más delicado. Han agotado a la consejera, han desangrado, en penosas cuitas internas a los pocos cargos que mantenían un nivel alto de implicación y profesionalidad.
A punto de entrar en el ultimo año de legislatura está todo por hacer. Los equipos sin cohesión, ocupados y entretenidos en sus cosas, en miserables componendas, han debilitado y frenado la iniciativa política y han dejado abierta solo la peligrosa vía de las urgencias.
Mañana domingo, día 18, en la Plaza España, a las 11.30 horas, la ciudadanía ha sido convocada por la sociedad civil, en un movimiento nacido en Menorca, impulsado por Ursula Mascaró -mos movem-, para decir basta; basta ya de imposiciones. Tu presencia es muy importante.