Baleares ha recibido oficialmente las competencias para la gestión de sus costas, tal y como ya recogía el Estatut d'Autonomia. Con las transferencias -formalizadas durante la visita a Palma este viernes de la ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez- se incrementa un diez por ciento el presupuesto de la Dirección General de Territorio de la Conselleria de Medio Ambiente, con un importe adicional de 1,3 millones. El traspaso será oficial, por cuestiones técnicas, a partir del primero de julio próximo.
Más allá de las cifras y las fechas concretas, la transferencia significa un paso histórico para que las islas gestionen directamente todos los asuntos que afectan a su propio litoral. En este sentido, las competencias llegan en un momento de amplio debate social sobre la continuidad de determinadas actividades y servicios que actualmente se encuentran en riesgo de desaparecer por el criterio contrario recogido en los informes de la propia Conselleria que ahora recibe las competencias, dirigida por Més per Mallorca.
El jueves, un grupo de afectados por esta amenaza de cierre -varios restaurantes de la playa de Muro- presentaron en el Consolat casi 8.000 firmas solicitando al Govern que garantice su continuidad. Su portavoz se atrevió a señalar que "Armengol fue clienta nuestra y le tendríamos que recordar lo bien que se lo ha pasado en estos restaurantes. Si quiere seguir pasándoselo igual de bien, esperamos que nos ayude a mantener estas casetas y restaurantes".
Al conflicto en Muro se suma la polémica del Bungalow, el restaurante de Ciudad Jardín que también podría caer bajo la piqueta por los informes de Medi Ambient en contra de su continuidad. Armengol recibe, pues, una transferencia histórica que llega acompañada de una situación concreta que conviene gestionar con mucho sentido común y sutileza para no perjudicar actividades con gran arraigo y de una notable importancia económica.
Que la gestión del litoral balear por parte del Govern se produzca en verano del 2023 debería congelar, también, cualquier actuación prevista que perjudique a los negocios de costa. En verano, el panorama político puede ser diferente, bien por un cambio de color en el Consolat tras las elecciones de mayo, bien porque Costas no quede en manos de un partido como Més que abiertamente actúa en contra de estos negocios y al dictado de determinadas entidades ecologistas.
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