El pasado viernes gocé de una deliciosa comida en un céntrico hotel de nuestra Ciudad con un grupo de amigos que, además de comer, ponemos en común opiniones e incluso realizamos alguna apuesta (solo una inocente comida) que los habituales perdedores siempre niegan la mayor y buscan vericuetos para incumplir con su obligación, como son buenos amigos no se lo tenemos en cuenta y nos limitamos a esbozar una cariñosa sonrisa.
Ya en mayor intimidad el mejor articulista de la plaza y mi empresario de cabecera compartimos un rato de amena e interesante conversación sobre, como no, el estado de la nación, la grande y la pequeña. Surgió el debate entre nosotros por el motivo que unos escribimos artículos o participamos en tertulias, fue como una tormenta de ideas a cual más interesante de cada uno de mis contertulios.
En esa barra no pudimos evitar pensar en el inminente frio de un invierno que le queda una semana por llegar y que ya lleva unos días anunciándose. Habrá demasiada gente, siempre es demasiada, que sufrirá los rigores del invierno y además, siempre es demasiada, pasará hambre. No quiero ser agorero pero este invierno será una invitación especialmente para los gobernantes para reflexionar que han hecho mal para tener una sociedad como esta en la Europa del Siglo XXI. La misma reflexión debe hacer la sociedad civil que, al menos una parte, a través de la Iglesia Católica y demás ONGs están respondiendo a la llamada de la necesidad. No es una idea mía, la cita es como sigue: Mientras más gasta el Gobierno, menos puede gastar el ciudadano. Las obras públicas no se hacen con el poder milagroso de una varita mágica. Son pagadas con los fondos arrancados a los ciudadanos. Ludwig von Mises.
De una manera tremendamente equivocada los gobernantes quieren taparnos la boca con la gratuidad de los servicios; los servicios y todas esas ayudas no son gratis. Me canso de repetirlo, todo ese gratis sale del bolsillo de los ciudadanos. Lo pagamos todos nosotros a través de impuestos, es puro gasto en lugar de inversión. ¿Recuerdan en la anterior crisis la actuación del premier Rodríguez Zapatero y el Plan E? se derrocharon millones de euros en lugar de invertirlos estructuradamente para resolver los problemas reales del país.
Un representante nuestro, muy a mi pesar, don Cosme Bonet, Senador del Reino de España, elegido a dedo por el Parlament, muy activo en redes sociales, parece que trabajar no trabaja mucho. Exponía el otro día la legitimación del premier Sánchez con una imagen de los resultados de las elecciones de 2019. Lo que pasa, y es costumbre en él pues personas más sectarias conozco pocas, quizás ninguna, yerra en la interpretación del cuadro que exhibía.
Efectivamente el cuadro se correspondía con el cuadro del 2019 y sus elecciones, y decía que el premier salía de ahí legitimado. Pues bien, le contradigo. El premier Sánchez gobierna primero para él y si queda algo para sus amigos. El PSOE, como partido, ha desaparecido. Quien toma las decisiones no es él sino los partidos que lo sustentan. Esos son los que mandan y solo tienen un puñado de votos. Esa, señor Bonet, es la legitimación que no existe, como siempre no ve más allá de los titulares. ¿Qué legitimad tienen Bildu, Esquerra o PNV? ¿Que derecho tienen a condicionar la vida de quienes no les han votado, de condicionar la vida de gente en cuyos territorios no se han presentado? NO ha entendido nada. despierte!!! ¿Qué hace Vd. por Baleares ante la apisonadora de su grupo parlamentario? Cuando cese comentaremos sus actuaciones, le quedan seis meses.
El señor Sánchez adopta las medidas necesarias que le interesan a él personalmente para perpetuarse en el poder, es un nuevo Napoleón, pero en alto.
El premier, ha vendido a aquellos militantes del extinto PSOE que ponían la nuca en los atentados de ETA, ha vendido a sus familiares y la foto de Patxi López lloroso portando un ataúd de un compañero de partido se me antoja ahora insoportable. ¿Qué le ha pasado a ese hombre? No es posible que sea la misma persona. ¿tan goloso es el poder? ¿Tanto cambia a las personas?
Desde el gobierno de la nación, concretamente desde su presidencia, se ha decidido pagar con el dinero nuestro los caprichos y mamarrachadas que exijan Bildu, PNV o ERC; tira el premier con pólvora del Rey. Y además el dinero público no es de nadie, Carmen Calvo dixit. Esa es la realidad que vivimos.
Pues bien, se ha decidido modificar el Código Penal sin ningún criterio jurídico, sistemático u objetivo. Se negocia los años de cumplimiento de una condena en función de quien puede resultar beneficiado de su aplicación retroactiva. Nunca ha existido un Código Penal tan ideologizado cómo será el próximo, dentro de unos días.
La voracidad del premier no alcanza límites, atacó a la fiscalía, después al Consejo General del Poder Judicial y ahora, haciendo un interpretación sui generis de la normas o modificándolas ad hoc pretende asaltar el Tribunal Constitución, integrando en el mismo a alguien tan significado como un anterior ministro de gracia y justicia y emparejado con la Presidente del Congreso. Que no nos hablen de puertas giratorias pues el extinto partido domina la técnica bien en poderes públicos o bien en empresas como Iberdrola.
La conclusión a la que llego es que quien manda en el país, no sé por dónde tendrán agarrado a Sánchez Castejón, es Bildu a cuyo mando está Otegui (fue condenado por pertenencia a banda armada), un indocumentado Rufián que ha hecho de la astracanada su sello de identidad por no hablar de la importación estelar de Argentina de Echenique, al que devolvería a su país con los portes pagados, de mi propio bolsillo si es necesario, quizás la persona menos democratica del Parlamento. Defraudador por contratar en negro a una asistenta y que no tiene inconveniente en reprender a la gente decente. Tenemos una generación de gobernantes de vergüenza nacional.
Y no me queda otra que volver al principio de este escrito y decirles por qué escribo esta columna e intervengo en debates, simplemente por patriotismo. Yo creo en esto. Para defender el Estado surgido de la Constitución del 78 y para que mis hijos tengan la misma suerte que yo, que he vivido en mi país un largo período de paz y libertad. Y además lo considero una obligación defender la Constitución del 78 de los intentos de derrumbarla. Ese es mi granito de arena a esta continua lucha que se llama democracia