Por un puñado de ¿votos?

He visto y leído en los medios con verdadero estupor la noticia de que a los inmigrantes ilegales que tengan un hijo nacido en España se les va a regularizar automáticamente, además de darles otras ventajas, como es el acceso directo a las ayudas para mujeres maltratadas, algo que a las españolas nos cuesta bastante más trabajo conseguir. No es que haya estado muy pendiente del asunto, pero todavía no he oído a ningún político, ni siquiera de la oposición, criticar esta medida. Supongo que no se atreven por miedo a que no les voten y a que les llamen racistas, xenófobos y todo lo demás, que es lo que me van a llamar a mí, sin razón, en cuanto vea la luz este artículo. Pues bien, me parecería estupendo si fuera recíproco, pero me temo que no lo es. No me cabe la menor duda de que si un español tiene un hijo en China, en Marruecos, en Senegal o en cualquier otro país extracomunitario, nadie se preocupa de si su situación es legal o no, ni siquiera el propio Estado Español, que parece ser que ya tiene bastantes quebraderos de cabeza con conseguir votos como para ocuparse de los problemas de los españoles. ¿Se han molestado en intentarlo, por lo menos? No es que yo quiera tener más ventajas que ellos, pero quiero tener, por lo menos, las mismas. Y es que, mira por donde, que casualidad, dentro de tres meses hay elecciones y están tratando desesperadamente de conseguir votos. O sea, seguimos con la política de aquí a tres días. A nadie se le habrá ocurrido pensar la cantidad de trapicheos a que puede dar lugar esta medida, las consecuencias que puede tener, no ya a largo plazo, que las tendrá, sino en unos pocos meses, cuando el índice de desempleo siga aumentando, y al poco trabajo que haya le salgan cada vez más novios. ¿Habrá dinero para pagar todas esas subvenciones? ¿Es que no ven que igual que una familia en quiebra no puede adoptar hijos, un país en quiebra lo único que va a poder repartir es miseria? Entre otras cosas, no se habrán parado a pensar que lo que se consigue sin trabajo ni siquiera se valora, y que antes de participar en la vida pública de un país es interesante conocer un poco sus costumbres y estar mínimamente integrado, y eso lleva su tiempo y su esfuerzo, pero merece la pena porque es la única manera de echar raíces de verdad. Además, así como la maternidad es fácil de demostrar, ¿cómo van a demostrar la paternidad? ¿Van a hacer pruebas de ADN con el poco dinero público que nos queda? Basta que la misma mujer diga que cada hijo es de un padre diferente para tener legalizados a unos cuantos sin que hayan hecho absolutamente nada para merecerlo. ¿No se les ha ocurrido, o es que les da igual? ¿Es que no ven que lo que van a conseguir es que se radicalicen las posturas y que los que nunca habíamos sido racistas vamos a acabar siéndolo, cuando la culpa de todo esta situación no la tienen los inmigrantes, que es normal que se aprovechen, sino los iluminados que nos gobiernan? Pues efectivamente, les da igual, han seguido el único razonamiento que conocen, o sea: “tente mientras me votan”. No son capaces de ver ni la experiencia de otros países comunitarios en política de inmigración, ni algún episodio trágico de la historia reciente, ni el más común de los sentidos, ni la certeza de que habrá colectivos que ésta vez les votarán, o no, pero la próxima ya se habrán organizado y se votarán entre ellos, con lo cual será pan para hoy y hambre para mañana. ¿Eso no se llama demagogia? (*) Médico de Urgencias

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