Con la celebración de los plenos constituyentes del pasado sábado y la elección de los nuevos alcaldes, fruto casi siempre de pactos más o menos forzados y forjados bajo la premisa del cordón sanitario levantado frente al Partido Popular, quedó dibujado este fin de semana el reparto del poder municipal en España.
- “El PP une mucho”, me decía un destacado dirigente popular tras las elecciones.
Y vaya si une. De una parte el PSOE se ha lanzado en toda España a los brazos de Podemos, es decir del “populismo” con el que “nunca iba a pactar” su líder Pedro Sánchez. De otra parte Podemos y sus marcas blancas municipales que no han tenido reparo ninguno en pactar con el PSOE, o en sus términos “la casta” a la que hace poco Pablo Iglesias amenazaba con “echar de las instituciones”.
- “Pedro ya me llama”, dijo Pablo dibujando una sonrisa en sus labios.
- “Pablo ha cambiado”, afirmó Pedro dulcificando su mirada.
Así nació el amor. Bueno, el sexo. O sea lo que fuera lo que comenzaron a practicar socialistas y “podemitas”. A ellos, en las orgías libertinas que han sido los pactos municipales y regionales, se ha sumado algún que otro amante ocasional ávido de “sexo”. O sea, de poder político. Trató de apuntarse a la fiesta el puritano y poco dado al fornicio Partido Popular. Lo hizo tímidamente y tarde. Y claro, fue rechazado entre carcajadas de unos y otros.
- Sois tan aburridos. ¡Fuera de aquí!
Ante este romance a dos o más bandas, no hay pacto imposible ni promesa electoral que no se pueda incumplir. Nada nuevo bajo el sol. El sufrido elector vota a un partido que promete no propiciar un escenario que al final… acaba propiciando.
Así es la nueva política al menos en este aspecto: igual que la de siempre. Y eso cabrea. El cabreo no es general, tiempo habrá, pero existe ya. Muchos votantes de Podemos y sus franquicias locales no entienden que su partido propicie que “la casta” socialista entre en los ayuntamientos y gobiernos regionales. Así lo manifiestan a través de las redes sociales y también de sus asambleas locales. La de Palma, por ejemplo, a la que se la escucha cuando conviene, interpretando a voluntad sus decisiones. Que son bien claras.
Por su parte una parte del votante socialista no entiende que un partido con siglo y pico de historia y vocación de liderazgo se haya lanzado a los brazos de unos recién llegados y pueda perder en esta maniobra su espacio político como ya le ha ocurrido a otros.
Terminada la orgía, es decir, terminadas las negociaciones, firmados los pactos y jurados o prometidos los cargos con fórmulas más o menos imaginativas, toca ponerse a gobernar. Se acabó el tiempo de las frases más o menos rancias para la galería escupidas a golpe de tuit.
Ahora, a trabajar.
Ya le digo, mi querido lector, que no será fácil. Por más que se haya pactado un programa común, no hay papel que ponga cerco a los egos y ambiciones personales. Que los hay y muy grandes, como hemos visto durante el apareamiento de nuestros protagonistas. Por no hablar de lo poco operativo que puede ser en aquellos municipios donde cada decisión dependa de los concejales –con o sin cartera- de Podemos, y éstos tengan que consultar a su asamblea como está ocurriendo ya en Palma. Lo de presentar un organigrama de gobierno pendiente de ratificar por la misma asamblea del partido que dijo “no” a la investidura de un alcalde socialista, cosa que se ha propiciado, es para estudiar.
El escenario municipal surgido de las urnas y los pactos es complicado de gestionar. Muchas incógnitas se abren. Hoy todavía no sabemos qué parte de los programas de gobierno pactados se cumplirán y cuáles quedarán en papel mojado. El papel lo soporta todo pero las arcas municipales no son tan benevolentes. Hay mucho brindis al sol en las promesas post electorales de nuestros nuevos gobernantes municipales.
Tengo mis dudas, mi querido lector, no se si lo ha notado. Pienso que el escenario político actual no es el más deseable si lo que buscamos es estabilidad política y estabilidad económica. Demasiados amantes en esta orgía. Llámeme rancio, si lo desea. Aún así, siempre positivo, estoy por darle un tiempo de confianza a esta nueva “casta” política que hoy nos gobierna. Tienen la oportunidad de no defraudarnos.
A ver si son capaces.