¿Pondrá alguien sentido común?

La esperada rueda de prensa de la portavoz del govern, Núria Riera, acerca de las vicisitudes judiciales del TIL no sólo no contribuyó a eliminar incertidumbre alguna, sino que sumió a todo el sector educativo en un océano de dudas.

En primer lugar, repitió tanto aquello de los defectos formales como causa última de la declaración de nulidad del decreto TIL que hasta los más legos comenzaron a sospechar que había gato encerrado. Y es que Riera no ignora –pues es licenciada en derecho- que, efectivamente, el TSJ declaró la nulidad por un defecto formal, pero que, por eso mismo, obvió entrar a examinar las razones de fondo de los recurrentes. De manera que el haber anulado el decreto por razones formales no significa que no pudieran existir también eventuales motivos de derecho sustantivo para declarar la nulidad. Simplemente, el tribunal no tuvo necesidad siquiera de examinarlos, porque antes de entrar en ellos el decreto ya era considerado por los jueces nulo de pleno derecho. Por eso, no hay un aval judicial sobre el fondo del decreto, por más que se empeñe el govern en hacernos ver lo contrario.

Por otra parte, salir a una rueda de prensa aparentando estar contenta y feliz para explicar el tremendo galimatías en el que se ha metido el govern y, en el que de paso, ha conducido a todo el sector educativo, como si no hubiera pasado nada, resulta desconcertante para cualquier ciudadano que lea periódicos o vea telediarios (que no sean de IB3, claro). Riera estuvo fatal. No existe motivo alguno para la sonrisa y sí para la preocupación.

La situación es muy complicada para Bauzá, pues se niega a dar su brazo a torcer y a cumplir su programa –consenso y pacto educativo- y se obstina en no hacer gesto conciliador alguno, como si sentarse a negociar fuera una muestra de debilidad, cuando es lo que le está pidiendo a gritos toda la sociedad balear.

Pero lo que de verdad resulta preocupante es que en este ejecutivo haya miembros con una trayectoria profesional y una gestión precedente que se estén viendo arrastrados por semejante cap de fibló político. Me resulta ciertamente increíble que elementos como Company, Marí, García o Sansaloni, –ideologías al margen, buenos profesionales-, se estén tragando crudo este gigantesco sapo sin hacer un esfuerzo por convencer al president y a su entorno de que, desde el primer minuto, ha errado su estrategia para implantar el plurilingüismo en la escuela. La imposición nunca funciona en el mundo educativo, es así de simple.

El TIL solo ha funcionado en la escuela privada -concertada o no-, precisamente porque la ley ampara que sea cada titular de centro el que dimensione su proyecto lingüístico sin las rigideces de un modelo único y a la vista del alumnado que escolariza. ¿Por qué no mirarse en este modelo que ya está funcionando y que respeta la autonomía de cada centro? ¿Pondrá alguien, de una vez, (por favor) un poquito de sentido común?

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