Algunos se llenan la boca con la palabra justicia, pero el día a día nos demuestra que estamos faltos de un Justicia que debería ser igual para todos. La Justicia no es más que el fruto de un consenso social de lo que está bien y lo que está mal, consenso formalizado en una serie de normas y aplicadas por unas personas que deberían ser imparciales con respecto a las partes en conflicto, ya sean individuos o instituciones.
Pues bien, alguien, después de leer que es la Justicia, piensa que vivimos en una sociedad donde realmente se imparte esa justicia. Si quienes tienen que administrar justicia no son imparciales difícilmente podemos creer en ese bien preciado. Ejemplos, mil.
Si el Presidente del Tribunal Constitucional tiene el carnet del Partido Popular, carnet que le obliga a acatar las directrices del partido, ¿cómo va a impartir justicia cuando el Partido Popular es una de las partes en conflicto? Un juez común no puede juzgar un familiar propio; substituyamos la palabra familiar por partido y tendremos la respuesta a la pregunta.
No tengo ningún tipo de admiración por el Sr. Jaume Matas, pero cualquier persona que vea cómo le tomaba declaración el juez Castro ¿no podía intuir una falta de imparcialidad, una rabia contenida, una agresividad, una mala educación innecesaria? Miren youtube y “juzguen” ustedes mismos.
Nuestros fiscales, tres cuartos de lo mismo. Basta oír la conferencia del fiscal Horrach de hace unas semanas para concluir que, como mínimo, su imparcialidad es relativa.
Otro si digo, cuando alguien busca con afán la fama o el estrellato es posible que otros temas menores (lo que es y no es justo, que la verdad no te estropee la noticia, la equidad…) queden en un segundo plano, y eso no es nada bueno para la Justicia.
Muchos dicen que la sociedad desconfía de los políticos. Cierto. ¿Confía, pero, en la Justicia? Yo diría que jueces y fiscales siguen, lamentablemente para todos, de cerca a los políticos en estaa carrera hacía el desprestigio y la falta de confianza social.