La negativa de la nueva Conselleria de Turismo a traspasar la competencia en promoción turística a los consells insulares ha levantado bastante polvareda, aunque en realidad se trate de una decisión exclusivamente política y con escasa relevancia práctica, como tantas otras cuestiones farragosas del circo parlamentario y de los sobrevalorados mandatos del Estatut de Autonomia. Como bien dice Joan Melis, presidente de la Asociación Hotelera de Menorca, lo importante es que cada isla reciba los recursos necesarios, se mantenga la promoción diferenciada que ya existe ahora y no se recorte el importe de los convenios con los touroperadores. Por otro lado, con este traspaso ‘de primer orden’ no se acabaría el problema. Quedaría todavía el de ‘segundo orden’, ya que igual que los consells tiran del brazo del Govern, los ayuntamientos tiran del brazo de los consells y reclaman su propia promoción. Ibiza quiere diferenciarse de Mallorca, pero es que Palma también. La promoción por distritos municipales es todavía un disparate, pero todo llegará. En definitiva, la floritura con la que se ha iniciado la legislatura turística es más propia de Joana Barceló -que curiosamente tampoco traspasó la materia mientras fue consellera- que de Carlos Delgado. Será una forma de calentar motores ante lo que se avecina.
