Podemos se suicida

Mientras la Fundació Jaume III saca pecho por tener 38 inscritos en sus cursos de mallorquín -si se descuidan tendrán que alquilar el Auditorium-, en el otro extremo Podem se divide en pedazos consumido por su propia bilis.

Nos hicieron creer a raíz del 15M que otra forma de gobernar era posible. Que era factible un partido político surgido de un movimiento social espontáneo -al menos en apariencia- en el que no hubiera dirigismo desde las élites sino plena participación de las bases en el proceso de toma de decisiones. Pero no, Maquiavelo está más presente que nunca y el fin justifica los medios.

A muy pesar de miles de afiliados, simpatizantes y votantes, la cúpula podemita balear está detrás de la promesa de dar trabajo a una mujer (“colocar” en la jerga) a cambio de ser “buena niña”, es decir, de no poner en entredicho los mandatos de los superiores jerárquicos. Un zas en toda la cara para los ilusos que pensaban que Podemos sería diferente.

La caída es más dura cuanto más se ha subido. Han existido muchas iniciativas políticas contestatarias que han llegado a tener resortes mediáticos pero que a la hora de la verdad no han merecido el suficiente apoyo en las urnas como para conseguir representación (Sociedad Civil y Democracia de Mario Conde, Partido Cannabis por la Legalización y Normalización, Ciudadanos Agobiados y Cabreados, Partido del Karma Democrático, Sa Clau de Mallorca…), en cambio, Podemos ha sido un fenómeno social que en menos de dos años ha pasado de ni siquiera existir, a ser árbitro en muchos parlamentos y ayuntamientos.

¿La clave del ascenso? La sabemos todos: liderar mediáticamente el desencanto generalizado por una manera de hacer política en el que impera la corrupción, el servilismo a las grandes corporaciones empresariales y la colocación de afines. Es por ello que al votante de Podemos le duele especialmente leer informaciones sobre las relaciones de Alberto Jarabo con IB3 a través de la productora Quindrop o los mensajes de Telegran en los que Laura Camargo alardea de “conseguir algo bueno a cambio” de votar a favor de los presupuestos de la CAIB.

Ahí radica la especial gravedad de lo sucedido en el seno de Podem. El halo de esperanza que quedaba en los ciudadanos de encontrar una alternativa a la manera tradicional -y ancestral- de hacer política, se ha vuelto a desvanecer. Se acabarán por reconocer a regañadientes, que PP y PSOE actúan de tal manera no por ser “casta” sino porque la realidad es que ganar unas elecciones con métodos totalmente límpidos es casi imposible, por desgracia.

Todos son iguales, grita el vulgo. Con más razón que nunca.