Si piensas como yo estás, no solo en poder de la verdad, sino que gracias a ello puedes ser elevado a los altares de la honradez, el decoro y la decencia. En caso contrario, si tus opiniones difieren de las mías, no solo estas equivocado, sino que mientes, estás enajenado, bajo sospecha, a merced del sueldo de aquellos cuyo parecer es similar y, por supuesto, obligado a aceptar el escarnio público. Esta praxis es común en una parte importante de la clase política que no entiende que haya dos formas diferentes de pensar, la tuya y la mía, ambas lícitas.
El cruce de acusaciones vividas el lunes en el Pleno del Consell Insular fue tan reprobable en el escenario, como su plasmación pública. Las disputas estériles son tan solo el alimento de aquellos que carecen de soluciones y combustible para los que la realidad debe pasar a un plano secundario en aras de enfrentamientos de escasa utilidad social. En la extendida práctica del “y tú más”, algunos olvidan que a la mayoría no nos interesa quien se pelea mejor. Queremos escuchar ideas, proyectos, lo que tú vas a hacer. Y si el otro es muy malo, mejor para ti. Ganarás las elecciones, más dinero o más lectores, seguro.
Luis Alejandre no habla como un político, con la mesura con la que se expresa la profesión. Se expresa en un tono más … irreverente, pero cuando se le ha entrevistado un par de veces, es sencillo captar la intencionalidad de su mensaje, el espíritu real de lo que quiere decir. ¿Eso es escusa? Nunca. No se expresa como un político, pero es un político y debería medir su discurso un poco más. ¿Es motivo para desangrarle? Ni mucho menos. Yo prefiero a un político con un lenguaje peculiar pero que da la cara en todo momento, que no a otros, como su contrincante del lunes en el pleno, a la que solicitas hasta en cuatro ocasiones una entrevista para que explique su responsabilidad en el caso Cesgarden o su postura sobre las obras de la carretera general, entre otras cosas, y ni contesta. Ocultarse porque es mejor callar o a la espera de un momento mejor, no es lícito. Se puede estar de acuerdo o no con las justificaciones de PP y PSOE, pero dan la cara. Otros, no.
Eso sí que es criticable, no que alguien que cree que no han reflejado bien su mensaje en una entrevista (algo que se me hace difícil conociendo al periodista) hable de “deslealtad” pero por no plasmar bien sus palabras y no porque el profesional no esté alineado con sus parámetros (gran confusión); o que se queje de que se descontextualizase claramente una expresión que sí salió de su boca (la depresión mental de los menorquines) en un corte de voz para TV3. Sí, se sacó de contexto, porque la expresión fue fugaz, en un contexto más amplio y no recogía en absoluto el espíritu de lo que quería decir, que no es más que la “depresión emotiva” de una sociedad que ve como económicamente no avanza a la velocidad que Mallorca e Ibiza, pero sobre todo lo que rápido que necesita. Eso no es noticia, es realidad social palpable.
Debatamos con respeto sobre los temas que nos afectan, abiertamente pero sabiendo que la verdad no está en poder del emisor sino del receptor. La verdad es de quien nos escucha, pues él va a decidir si nos cree o no. Todos opinamos algo y es muy lícito defenderlo, eso sí, sin menospreciar personalmente a quien no opina como nosotros. Ojalá sea así. Pero no se hará, ya verán. Algunos, los de siempre, seguirán despellejando. Y si no, tiempo al tiempo.