Un veterano mallorquinista, de los que ha mamado en rojo desde que nació, ha decidido dejar su pase a un amigo porque no quiere ir a Son Moix el domingo. Otro, más joven, residente en Cala Millor, ha publicado en las redes sociales que un Mallorca-Atlético Baleares en Segunda B “no es una fiesta, sino una desgracia”. Ejemplos vivientes de esa otra realidad que Maheta Molango ignora, no le interesa ni le conviene.
Si les gusta el juego de las grandes diferencias entre dos viñetas, sean siete, dos o una, fíjense en esta: el Tenerife ha pagado la cláusula de rescisión del joven centrocampista del Fuenlabrada, Luis Milla, de 23 años, por 500.000 euros de nada. El CEO ha reunido 25.000 para fichar a Ariday Cabrera y pagar a la Cultural Leonesa para ampliar su lista de extremos, saber: Lago Jr y Ferrán Giner (lesionados), James, Bryan Reina, Roigé y Alvaro Bustos. El canario es el séptimo en nómina en el mismo puesto, si no contamos a Enzo, que debutó en Santa Eularia el pasado domingo y a Angel, también del Mallorca B.
Me abstengo intencionadamente durante toda la semana de leer, ver o escuchar duelos de entrenadores, jugadores, exfutbolistas o antiguos directivos blanquiazules o bermellones. Son de un provincianismo excelso y, además de una reiteración de tópicos insoportables, un verdadero aburrimiento. Esta es una opinión, la mía. Pero los dos primeros párrafos solamente contienen datos contrastables y contrastados. Ya va siendo hora de dejar de creer en los pajaritos preñados.
