Si bien la llegada de Joaquín Caparrós ha supuesto una inyección de adrenalina para la desorientada afición bermellona, a tenor de las recientes crónicas y editoriales de los diferentes grupos mediáticos, es evidente que los efectos anestésicos que debía provocar en las guerras de la planta noble de Son Moix han sido mínimos. Habida cuenta que estamos ante un golpe de mano retransmitido será suficiente con seguir las informaciones venideras y no adelantar acontecimientos. Eso si, el máximo accionista del Mallorca, Lorenzo Serra Ferrer, y sus fieles socios ya pueden y deben extraer una lección impagable de todo esta historia. Así deberán reflexionar como el trust mediático que les ensalzó, que les sirvió de plataforma para la campaña feroz contra muchos empleados del club ya expulsados, ahora les acribilla. Pero sin duda la importante lección moral que les debe hacer reflexionar seriamente es constatar como ninguna de las personas que sufrieron la burla mediática con el desembarco de los nuevos se ha sumado al bando de los golpistas. Continuará...