JAUME SANTACANA. En las zonas mejor temperadas del planeta Tierra, la gente ignora que, en otras latitudes, las temperaturas ambientales suelen ser extremas; de tal manera que los fríos son horribles y los calores insoportables.
Las Baleares, por poner un ejemplo, son una bendición del Señor (del que sea) en lo que se refiere al clima. Cuando en Brstywoogla (en Siberia) la gente se queda frita de hielo en plena calle –y se les caen las orejas, la nariz, los dedos, etc…- en el mismo momento, en Kalhawoto (en Mozambique) los negritos y negritas se van derritiendo, lentamente, sobre las arenas rojizas de sus calzadas, dejando una masa viscosa - oscura, claro- que hace más resbaladizo el suelo.
Y mientras tanto, en Baleares, el clima es absolutamente benigno, los termómetros registran unos datos absolutamente humanos, y la gente se puede permitir el lujo, en plena estación invernal, de sentarse, tranquilamente, en la terraza del Bosch, en el Paseo del Born (el gran salón de la capital mallorquina) a tomarse un gin-tónic con sobrasada, lo último, lo más in del mundo mundial.
De entrada, la sobrasada tiene un mal momento, cuando se introduce en la copa, a modo de rodaja de limón. Se trata, precisamente –esta es la gracia- de substituir los efluvios ácidos que proporciona el cítrico mediterráneo, por la dulzura grasienta del embutido del país, maravillosamente resuelto, famoso, y tradicional.
El orden para preparar este brebaje saludable es el siguiente: hielo, sobrasada, ginebra y, finalmente, unos granos de cardamomo. Observarán ustedes que la bebida adquiere un color tirando a arcilla; un rojizo estridente, una mancha rubricada.
Se debería dictar un “bando” municipal –o del que sea- advirtiendo a la población en general, que queda terminantemente prohibido hablar, o tan solo mencionar, el hecho de que “hoy hace un frío que pela”. Es insultante para la mayor parte de la población del globo terráqueo, imposibilitados, por fuerza mayor, a salir a la calle por temor a un infarto solar o bien a la paralización del músculo cordial, por hielo en la aorta.
Y además, ¡no tienen sobrasada!
Por cierto: corten la piel, antes de introducirla en la copa.
