Sí, ha sido un fin de año para olvidar. El Mallorca cogió la pájara y no la ha podido soltar en todo diciembre, pero es cierto que todos los equipos que no son fuera de serie como el Barça y el Madrid suelen tener un periodo tonto en cualquier momento de la competición, probablemente por aspectos de preparación y mantenimiento físico en la mayoría de los casos, por ansiedad y bloqueo mental en otros, sobre todo cuando están metidos en el pozo de los puestos de descenso. Pues mira por dónde, el año pasado en estas mismas fechas, el Mallorca, con todos los problemas de despacho, estaba situado en cuarto puesto de la tabla, zona de Champions, con 30 puntos como treinta soles. Este año, en las mismas fechas del año pasado, el Mallorca está en la novena plaza, con 24 puntos, a tres de la Europa League, donde podría colarse la próxima jornada, que también juega en casa. O sea, que con un equipo teóricamente inferior al de la pasada temporada, está ahí, en esa zona de calma que da seguridad porque no hay ansiedades ni urgencias históricas, con posibilidad de llegar la semifinales de Copa sin grandes dificultades y con posibilidades ciertas de quedar en un puesto notable de la Liga y hasta de meterse en competición europea por doble vía. La verdad es que es para estar contentos. Satisfechos del todo, no, porque queremos un equipo grande entre los grandes, pero contentos.
